Columna Política «Vice-Versa», Por Antonio Aguilera (@gaaelico).- Un día cualquiera de la elección del 2011, Luisa María Calderón se desplazaba por las tierras michoacanas con un séquito de seguridad, de equipo de campaña y hasta de seguidores que lograba medir hasta un kilómetro de largo. Las camionetas y los banderines se arremolinaban entorno aquella mujer que en su primer día de campaña se vistió de blanco, porque según se iba a “casar con Michoacán”.
No sólo había helicópteros al por mayor, agentes del Estado Mayor Presidencial, había patrullas, policías, soldados, bandas de música, comelitonas, y hasta lunch para el pull de prensa. Recursos jamás faltaron, y el exceso de la sobre exposición de la que era la primera hermana del país, cubría todos los espacios publicitarios disponibles.
Todo estaba inundado de ella, aquella madre protectora que era la última en dormirse para velar “por nuestra tranquilidad”.
A Cocoa Michoacán le quedaba chiquito para sus ambiciones, y decía que nadie la podía detener. Para alcanzar sus objetivos, dispuso de la caja chica de la Presidencia de la República, carretadas de millones de pesos se utilizaron para tratar de establecer en el estado la dinastía de los Calderón.
Será por eso, que justo en el inicio de la campaña electoral 2015, el propio PAN estatal expresa su Mea Culpa buscando expiar sus pecados y sus delitos cometidos durante el 2011.
De muchos es sabido que el dirigente estatal del PAN no forma parte del cuarto de Guerra de su propia candidata al Gobierno, pero de eso a ser el francotirador en su contra, demuestra que la lucha de la Cocoa es interna.
Miguel Ángel Chávez escupió al cielo, y reconoció que en el proceso electoral de 2011 su partido y su entonces candidata al gobierno “incurrieron en excesos y cometieron algunas violaciones a la ley electoral”.
Sin embargo, orondo, como si tratase de impedir morderse la lengua, Chávez Zavala acusa a Silvano Aureoles de “excesos”, cuando apenas confesaba las faraónicas campañas de su “candidata” apenas hace tres años.
Con esta confesión, el líder de lo que queda del panismo exhibe que en ese partido hay una verdadera “Cena de negros”, pero donde ya no hay aquellas pantagruélicas reuniones, que desbordaban triunfalismo y exceso de confianza.
Ahora, a ellos sólo les queda algo de PAN y puro chocolate light.