Artículo de Fondo, por Arturo Herrera.- El discurso presidencial ante la crisis que enfrenta el país se ha endurecido.El 20 de noviembre, durante la ceremonia por el 104 aniversario del inicio de la Revolución Mexicana, celebrada en esta ocasión en un recinto militar tras la cancelación por primera vez del tradicional desfile deportivo, el mandatario mexicano negó de facto la posibilidad de construir una salida institucional a quienes manifiestan su inconformidad en las calles, desconociendo el hartazgo social y la necesidad de que a nivel constitucional se fijen nuevas reglas para coordinar a los tres niveles de gobierno.Enrique Peña Nieto no habló de reformar las instituciones del país que se han visto rebasadas reiteradamente y que, como están, se ha demostrado una y otra vez que no garantizan ni la seguridad ni la integridad personal de los habitantes del país. Por el contrario, el discurso presidencial apuntó a condenar a quienes protestan acusándolos de atentar contra las instituciones y señalando que ello es atentar contra México; se limitó a reconocer que el país está dolido, pero no dio respuesta a los anhelos de que en México termine la era de la desaparición forzada de personas, del contubernio de políticos de todos los signos con la delincuencia, y de las ejecuciones extra judiciales.Más certero fue el discurso del secretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos Zepeda, quien recordó que los mexicanos hemos enfrentado tiempos difíciles que se han resuelto mediante el diálogo, el consenso y la unidad; apeló a la pluralidad y a las diferentes visiones que permitan el ascenso y desarrollo del país, y a que dejemos de suponer que los grandes retos que México enfrenta, como la inseguridad y el crimen organizado, son sólo problemas de gobierno. Son problemas de Estado, subrayó.Durante la noche del 20 de noviembre nutridas manifestaciones en las que participaron miles de ciudadanos arribaron al Zócalo del Distrito Federal. Las marchas transcurrieron en paz, banderas de México en las que se cambiaron los colores verde y rojo por el negro como señal de luto fueron enarboladas; la exigencia de que aparezcan con vida los 43 normalistas de Ayotzinapa ha sido el catalizador que sacó a flote la inconformidad de los mexicanos por el obvio deterioro de la vida nacional.Sin embargo, luego de que en el centro de la Plaza de la Constitución fuera quemada la efigie del presidente Peña Nieto, brotaron la violencia y la represión. La respuesta de las fuerzas policíacas no se limitó a la actuación contra el pequeño grupo que, ya terminada la concentración, se lanzó contra las vallas colocadas frente a Palacio Nacional, arrojando cohetones y motolovs. Hubo menores de edad y ancianos golpeados. CNN mostró la imagen de una jovencita con la cabeza vendada que fue atacada por los policías en el otro extremo de la plaza, lejos de donde se registraban los disturbios. Hubo detenciones en las calles que confluyen al Zócalo e incluso en taquerías, cafeterías y bares de la zona, según consta en los videos subidos a redes sociales la misma noche del 20 de noviembre. Dos ejemplos: http://www.youtube.com/watch?v=wkeHhBYsVIk y http://www.eluniversaldf.mx/home/video-policias-agreden-a-comensales-de-taqueria-del-centro.html.Once personas detenidas fueron remitidas a penales de máxima seguridad sin haber sido puestas a disposición de un juzgado cívico ni del Ministerio Público. Según una queja de oficio que abrió la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), los detenidos en el Zócalo de la ciudad de México fueron trasladados directamente a la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada. La noche del 20 de noviembre la CNDH expresó que la marcha fue muestra de la indignación social y una protesta legítima mediante la cual la gente salió a las calles para exigir una explicación de lo que ocurre en el país.Que la prensa internacional no hablara mal del gobierno de México, el objetivo durante la crisis de las autodefensas en Michoacán –según expresó a directivos de los medios locales en marzo de este año Rodrigo Gallart, cercano al comisionado Alfredo Castillo y ahora funcionario de la Presidencia– se frustró totalmente. A nivel mundial el gobierno de México está desacreditado. La semana anterior a la condena por la desaparición de los 43 estudiantes se sumó el Premio Nobel de la Paz 2014, Kaylash Satyarthi, quien llamó a la sociedad mexicana a alzar la voz para evitar crímenes que muestran un gran problema de ley y orden.Por otra parte, Angélica Rivera, la esposa del Presidente de la República, explicó cómo se hizo de la que ya es conocida como la Casa Blanca. Manifestó que la adquirió gracias al dinero que recibió por la terminación de su contrato con Televisa; sin embargo, según revelan las encuestas hechas por diversos medios, no convenció. El problema no es la adquisición de una casa, lo que no se explicó de ninguna manera es el conflicto de intereses. Una pregunta quedó sin respuesta: ¿por qué el contrato con una constructora que no ha hecho otra casa en ningún lado y que se ha dedicado a la obra pública siendo una de las favoritas del gobierno del estado de México cuando Peña Nieto lo gobernó y la predilecta de la actual administración federal?
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