Columna Política «REPERCUSIONES» por Samuel Maldonado B.- El ayer del Estado de México amenaza con ser reproducido en todo el país, precisamente por quienes teniendo la responsabilidad suprema de conducir las riendas (haiga sido como haiga sido) de nuestra atribulada nación, más empeñadas parecen estar no en resolver la desaparición de los 43 jóvenes, sino la de amenazar y provocar conflictos sociales que pueden oscurecer la vida política, ya de por sí trágica , de la República Mexicana.
En ese “ayer”, José Antonio Villanueva, un elemento al servicio de la Armada de México, dirigiéndose a los conscriptos que prestaban su servicio militar, se refiere a los todavía latentes y lamentables hechos ocurridos en la población de San Salvador Atenco en los primeros días de mayo de 2006; éste militar los alertaba o inducía en contra de la actitud de los pobladores de Atenco, afirmando que, cito: “esos recientes acontecimientos de violencia y enfrentamiento entre actores sociales y autoridades del gobierno eran hechos aislados de gente protagonista que solamente querían figurar en los escenarios políticos y sociales” del país.
Esa gente ” pagó con la vida invaluable de dos jóvenes, Alexis Benhumea y Javier Cortés; pero además, con la detención de más de dos centenas de ciudadanos inconformes por las oscuras determinaciones gubernamentales que los afectaban directamente en sus derechos como pobladores y dueños de tierras que buscaban ser entregadas para la construcción de un aeropuerto; en esa reyerta, hubo además, las violaciones sexuales a tres decenas de mujeres y, desde luego con esos actos de prepotencia oficial, se manifestaba el desprecio a los derechos humanos de muchos más, perpetrados por las manos de la Policía Federal y de los miembros de la Agencia de Seguridad Estatal del Estado, que era gobernado en ese entonces por quien es hoy titular del Poder Ejecutivo Federal.
Es preciso señalar que, cuando en el campo, por la falta de lluvias, las milpas se secan y como consecuencia la yesca cunde; cualquier cerillo tirado sin pensarlo, puede provocar un gran incendio del que muchos pueden (podemos salir, sin tener vela en el entierro), no solamente chamuscados, sino ardidos totalmente.
La irracionalidad, la falta de solidaridad humana con los más desposeídos, hacen aparecer los machetes (o la hoz, o la guadaña) como en el caso de la población señalad, pero no como las herramientas útiles para el corte de la caña, ni como símbolos del extinto Partido Comunista Mexicano, sino como un arma simbólica, para defensa de los intereses sociales de toda una comunidad o todo un país y, además, como muestra fehaciente de que nuestros gobernantes están muy lejos del aprecio de una sociedad mayoritaria que inserta en la pobreza y sujeta a los intereses de los controladores del gran capital, les puede despertar su desesperación incontrolable, si no, recuérdese lo sucedido en 1914.
Todo Presidente de un país o gobernante de un Estado (desde luego, que se precie de serlo), está obligado a no dejarse llevar por sus emociones o sus sentimientos; ni debe ni puede llorar como lo hizo Calderón por su amigo fallecido en un accidente de aviación, ni mucho menos amenazar con el uso de la fuerza militar, o de su poder político o económico. Lo anterior sería un acto de suprema debilidad y anodino. Razonar profundamente sobre los destinos de la Nación, procurar la felicidad de su pueblo, cumplir con los postulados jurados de respetar y hacer respetar los Principios Constitucionales, lo transformará en un verdadero estadista a quien quiera serlo.
Ser un verdadero Estadista, es la obligación moral de quienes dirigen un gobierno o una nación y con esta conducta, siendo realmente Jefe de Estado, nunca podrá ser comparado, con Gorgias, a quien Platón o Sócrates, lo comparaban con un cocinero.