Columna Política «SOBREMESA», por Antonio Soto.- El sexenio de Felipe Calderón estuvo marcado en todos sus años por la violencia, la muerte y la tragedia. Desde el inicio de su gestión, el panista declaró la guerra al crimen organizado y no solo no pudo contra este, sino que los delincuentes se fueron apoderando-durante esos años- de muchos otros territorios más, respecto aquellos que ya ocupaban cuando Fox era Presidente, situación que provocó un alarmante aumento en todos los índices delictivos en el país, tan solo por ejemplo en el año 2011 se registraron 22,852 homicidios, uno de los años que hasta ahora, han sido de los más sangrientos que hemos vivido.
Fue entonces el tema del combate al crimen organizado la prioridad número uno de la agenda del gobierno calderonista, prácticamente, durante ese periodo, no hubo ninguna tregua por parte de la delincuencia organizada la que día a día asesinaba, extorsionaba, secuestraba y cometía una serie de delitos en contra de la población, sin que la estrategia del gobierno surtiera alguna eficacia para frenarla. Así fue como terminó ese gobierno sin los resultados que esperábamos los mexicanos en materia de seguridad, a pesar de que para enfrentar esa guerra fueron utilizadas millonarias sumas de dinero, ocupando ese tema la mayor parte del tiempo y del esfuerzo de aquella administración.
Cuando Enrique Peña Nieto asumió la Presidencia de la República, este intento darle un giro de ciento ochenta grados a las prioridades de su gobierno, primero estaría el tema económico como lo fundamental del nuevo sexenio y después se abordaría el tema de la seguridad, primero habría que llevar a cabo las reformas estructurales y luego el diseño de la nueva la estrategia para el combate a la delincuencia organizada, es así como podemos explicarnos el porqué el primer año de Peña Nieto siempre evitó este hablar o referirse en sus discursos a ese tema tan escabroso y delicado que había terminado marcando negativamente a su antecesor. A pesar de que en los primeros dos años del actual gobierno continuaron tan altos los índices delictivos como en el sexenio anterior, el régimen no quiso colocar el tema en la prioridad que las estadísticas señalaban, por ejemplo el año pasado hubo casi 23,000 asesinatos.
El año pasado Michoacán había sido campeón nacional en índices delictivos y la federación ni la vista volteaba a la entidad, todo lo que aquí ocurría, toda la violencia que se vivía, no le valió al estado una sola visita del Presidente en su primer año de gestión, el régimen intentaba minimizar el problema al no querer tocar ese tema, lo cual era insostenible y fue así como hasta principios de 2014 el gobierno federal tuvo que intervenir en el estado, no había de otra, estaba todo ya muy descompuesto. Después por las mismas razones tuvo también que intervenir el estado de Tamaulipas, aun con ello el gobierno seguía evitando darle la importancia que tenía y tiene el problema de la inseguridad. No fue sino hasta que ocurrió la tragedia de Guerrero, que Peña Nieto, ahora si casi todos los días, en todos los foros se refiere al tema como la prioridad de su gobierno, relegando a un segundo lugar el tema económico. Fueron las propias circunstancias las que se impusieron al gobierno para que este le diera la importancia que tiene el tema. Se concluyó que las reformas estructurales no tendrán los efectos esperados si primero no se resuelve el problema de la violencia en el país, por eso el cambio de prioridades.
@tonosotosanchez.