Artículo de Fondo por Ignacio Martínez.- Los días pasan y en éste México se repiten sucesos que van de terribles, a macabros a inentendibles.
México se muestra inestable, con fosas repletas de cuerpos humanos, cuerpos desmembrados, descarnados o quemados que se ignora de donde vienen o de quienes son.
México de mexicanos que se han convertido en una plaga criminal que amenaza desde todos los rincones con un propósito, el de desestabilizar, el de conducir a la ingobernabilidad, al desorden, al estallido social.
No pasa un día que no tengamos una mala noticia, voces y crónicas que saturan nuestra mente.
Televisión y redes sociales recurren en forma extrema a la brutalidad informativa, a las imágenes irreverentes y sórdidas, a la narración de la violencia absurda que tiene como consecuencias el temor, la desconfianza y el miedo.
Estamos amenazados en el más elemental derecho a vivir y convivir en orden y con plenas garantías de protección del Estado y se manifiesta por todos lados al escuchar gritos, alborotos, manifestaciones, plantones, tomas de edificios, tomas de centros comerciales, secuestro y robo de transportes con una autoridad inmóvil que solo parece protege a la impunidad y que diera la impresión que ante su ineficacia solo enreda todo.
Muchos mexicanos marchan, exigen, acusan, afectan los derechos de terceros y no consiguen nada.
Nos grita la conciencia a muchos que ante el desorden y la insensatez, debe caber la mesura.
Me gustaría amanecer en éste México, el mismo de las desigualdades, de la inseguridad, de la violencia y de la desconfianza atroz, pero con una sociedad capaz de mantener su miedo, de escuchar, de observar con detenimiento, de razonar sobre cómo salir del problema en el que estamos metidos.
Debemos buscar la inteligencia de los mexicanos para comprender y su talento para proponer.
Tener los ojos abiertos para buscar el camino hacia la paz y la confianza a nuestros gobernantes.
Ojalá quepa la prudencia en los líderes sociales y de la autoridad de todos los niveles para que no nos lleven a la construcción de un estallido social por las constantes inconformidades de la población.