Columna Política «SOBREMESA», por Antonio Soto.- A pesar de ser en la historia el priísta que obtuvo el porcentaje más bajo en la votación para llegar a la Presidencia de México, no se le podrá negar a Enrique Peña Nieto que inició su mandato sin el cuestionamiento tan severo que tuvo por ejemplo al inicio Carlos Salinas de Gortari, o el cuestionamiento de que también fue objeto a su arribo el panista Felipe Calderón. Un año después de que el actual Presidente llegara al poder, logró este, gracias al Pacto por México, generar expectativas entre la población de que la situación podría mejorar con la aprobación de las reformas estructurales contempladas en ese gran acuerdo nacional, incluso podría decirse que con dichas medidas Peña Nieto lograba una mayor dosis de legitimidad, la que no había alcanzado plenamente a través del resultado electoral por el que fue electo.
Pero apenas había transcurrido un año cuando el Presidente fue duramente cuestionado en la cumbre de Davos, Suiza, por los empresarios más ricos del mundo, quienes no veían en ese momento,-como no las siguen viendo hasta hoy en día-, las condiciones de seguridad para invertir en nuestro País, recordemos que después de esas duras críticas al gobierno mexicano, fue que intervino este a un estado como Michoacán convulsionado por la delincuencia organizada, acción que permitió mandar un buen mensaje a los inversionistas extranjeros de que el capital tendría las condiciones suficientes para instalarse en nuestro país sin ningún problema, sin embargo, no se habían restablecido ni la paz ni la tranquilidad necesarias, -como hasta ahora sigue sin ocurrir-, cuando se perpetró la ejecución por parte del Ejército Mexicano de 22 personas en Tlatlaya, estado de México y unos meses después ocurre el asesinato de varios jóvenes y la desaparición de muchos otros más en Guerrero a cargo de policías y de delincuentes, hechos que alertaron nuevamente al mundo de que en México la situación de la seguridad y del respeto a los derechos humanos, no tan sólo no se había resuelto, sino que se había descompuesto y agravado más.
Todos estos terribles sucesos nos han colocado en la opinión de la comunidad internacional como una nación atrasada y primitiva, con instituciones muy débiles, donde no se respetan los mas elementales derechos humanos, como por ejemplo el principal que es el derecho a la vida. Ve la comunidad exterior a una clase política corrompida por el crimen organizado, ven a nuestros gobernantes en la total impunidad, en fin, nos ven desde el exterior en la más profunda crisis, e inmersos en una gran descomposición social y política.
Podemos asegurar que la frágil expectativa que existía de que las cosas mejorarían se está diluyendo con gran rapidez y podemos ver también como todos estos hechos de violencia revelan la ausencia de un Estado de derecho, que muestra a un gobierno mexicano incapaz y débil para poder enfrentar y superar esta crisis. Es innegable, que la imagen del País como la del Presidente en el exterior es negativa y seguramente no inspira confianza de nadie, de otra manera no hubiera la Unión Europea solicitado una revisión urgente de las relaciones comerciales que mantienen con nuestro País, tampoco los organismos internacionales que velan por la defensa de los derechos humanos, hubiesen colocado a México en el tablero de las naciones más peligrosas y en donde no se garantiza ni siquiera el derecho a existir.
O se actúa rápido y con acierto o la imagen de México y de sus gobernantes seguirá siendo desastrosa, es decir que, o cambiamos ya las circunstancias de hoy, o nadie mas allá de nuestras fronteras apostará por un País como el nuestro.
@tonosotosanchez.