Columna Política «SOBREMESA» por Antonio Soto.- El gobierno de Peña Nieto llega a su segundo Informe con una economía con marcados contrastes. La promesa de alcanzar mayores tasas de crecimiento económico se incumplió por segundo año consecutivo, mientras que la generación de empleos ha sido insuficiente y la confianza del consumidor ha ido a la baja. Después de la aprobación de las reformas estructurales, el gran reto ahora es transformarlas en crecimiento y en empleos, lo cual no será nada sencillo en el corto plazo y no es fácil pedir el apoyo para estas reformas cuando la gente ha visto disminuir sus ingresos y en cambio no ve, ni percibe, un futuro más promisorio, incluso, la corrupción y la falta de educación siguen siendo, sin ninguna duda, los principales enemigos de que estas reformas sean exitosas y precisamente en estos dos temas no ha habido el avance que prometió el Presidente cuando inicio su gobierno.
Después de veinte meses durante los cuales se construyeron las reformas que según el gobierno habrán de transformar a México, ahora ya sin barreras ni obstáculos, y así poder superar las más de tres décadas de un desempeño económico mediocre, ya que nuestro País,-considerando a los países emergentes-, es el que menor crecimiento ha tenido en los últimos treinta años, tomando en cuenta que entre 1950 y 1980 nuestra Nación vivió una época de esplendor, logrando entonces un auge en el que se alcanzó un ingreso por habitante cercano al 40 por ciento del estadounidense, siendo 1980 el año en que según estudios del Colegio de México, «alcanzamos el nivel más alto de ingreso en toda la historia», digamos que nuestra economía se encontraba a media tabla entre las de los países que hoy conforman la OCDE, antes de que arribaran al poder los neoliberales. Entonces, ¿Qué fue lo que ocurrió?, ¿Por qué los actuales altos niveles de pobreza en el País?, ¿Porque la amplia brecha de desigualdad?, ¿Porque no está creciendo nuestra economía?
El mal desempeño económico tiene que ver con muchos factores, pero para el caso mexicano, debemos destacar dos de gran trascendencia: El de la inversión y el de la productividad. Según datos del diario El Financiero (26/VIII/14), la inversión «se ha estancado de una tasa promedio de 6.1 por ciento en los años sesentas hemos pasado en las últimas décadas a una tasa de apenas el 3.8 por ciento». También en este análisis la productividad «descendió de 2.1 a 0.7 por ciento en las últimas casi tres décadas y media». Se debe reconocer el esfuerzo que los gobiernos hicieron en la etapa del «Desarrollo Estabilizador» para la formación de capital humano, lo que permitió estándares aceptables de productividad, eso se vino perdiendo con el tiempo y por ello ahora estamos pagando las consecuencias. Sin una formación educativa adecuada no es posible una alta productividad y tampoco es posible un suficiente crecimiento de la economía, por que la formación de profesionales de alto nivel, se asocia con la innovación tecnológica, la cual incide directamente en una alta productividad.
Las reformas recién aprobadas no lograrán el éxito que el gobierno espera de ellas, si este no avanza en el combate a la corrupción, si no promueve eficazmente la inversión productiva y si no evoluciona velozmente en la educación. Tres grandes problemas nada sencillos de resolver y menos en un corto tiempo. Los resultados dependerán en gran medida de lo que Peña Nieto sea capaz de hacer en muy poco tiempo.
@tonosotosanchez