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Columna Política por Samuel Maldonado B (18-VIII-14).- ¡Si tal papel se hubiera escrito en una jaula de locos de San Hipólito, acaso se habría hecho con más cordura!; así pues, la Historia de México se repite y en el viejo ayer después de promulgada la Independencia “la falta de hombres honestos e ilustrados pero además corruptos y negligentes, como la mayoría de los congresistas, nos han llevado al desastre social y económico.
Fue un 18 de julio de 1823 cuando se leyó en sesión pública del Congreso las quejas que la “juna provincial” daba contra los supremos poderes generales. (Carlos Ma. de Bustamante).
Transcribo del libro “Continuación del cuadró histórico”: Los facciosos, mejor conocidos como Vinagres, así como en Guatemala con el de Fiebres, se reunieron en asonada y proclamaron la independencia de México; Las providencias que dimanen de México, ya no regirán, y a los actuales diputados que allí residan, se les mandará orden para que se retiren, sin demorarles las dietas por el tiempo de sus demoras voluntarias.
“Al intervenir el ministro Don Lucas Alamán, y leer la determinación anterior, prorrumpieron los diputados en una general risotada lejos de indignarse, y fue correspondida por el pueblo de las galerías. ¡Aumentóse la burla y creció la zambra, cuando concluyen los que suscriben su esposición al gobierno pidiendo que se apruebe por el mismo su separación de México…! Si tal papel se hubiera escrito en una jaula de locos de San Hipólito, acaso se habría hecho con más cordura; sus autores eran muy dignos de ocupar un lugar en aquella casa de Orates.
Carlos Ma. de Bustamante describe cómo en el Congreso discutían situaciones vergonzosas derivadas de ponencias risibles, en las que se “pulsaban muchas dificultades, ora sea por el espíritu de partido, que dividía a nuestra sociedad en “borbonistas, iturbidistas, republicanos, subdividiéndose en federalistas y centralistas”, ocasionadas por la “falta de hombres ilustrados, capaces de dirigir la nación, y de grandes propietarios, acaso únicos capaces de llenar estos puestos por la independencia en que las riquezas ponen a los hombres para obrar mejor a fin de conservarlas, cuando no por amor al orden y a la justicia ” .
Como observará el lector las semejanzas actuales con el pasado y, no obstante los dos siglos transcurridos, los nombres de las facciones en el Congreso de la Unión poco han cambiado y ahora en lugar de borbonistas, iturbidistas…, son verdes, amarillos decolorados, azules, rojos (no comunistas sino todo lo contrario) y otros sin color alguno que como los chapulines, van brincando de una facción a otra y sólo están allí para salvaguarda de sus propias economías.
Lejos está el Congreso de la Unión de los hombres que proclamaron la Constitución de 1917 y los actuales pseudo diputados lo que verdaderamente debieran ser. Invalorados se sitúan bajo el dominio del Poder Ejecutivo, fallándole al país, faltado a su propia conciencia, se han enlodado y esas manchas son de las que nunca se quitan. No niego que habrá uno que otro que se respete así mismo, pero son tan raros, que más bien son la excepción.
En la etapa final del “hijo desobediente” éste, repitió los pasos de su paisano, el risible emperador Agustín de Iturbide, cuando el 16 de septiembre de 1810, rendía tributo a los héroes de la Independencia e hizo sacar los restos de los mismos depositados en la Columna del mismo nombre para hacer un recorrido exhibicionista por las calles de la ciudad de México. Mucho circo y poco pan para los mexicanos. La historia se repite y no cabe duda alguna que hoy tenemos un poder legislativo que da pena. Con las contra reformas realizadas, entregarán a extranjeros empresarios los recursos naturales renovables y no.
“¡Guardaríame yo de inculcar estas verdades si no viera con dolor los estragos que hoy causan esos decantados demócratas al pueblo con tales mácsimas” (Carlos Ma. de Bustamante.)
