Artículo de Fondo por Ignacio Martínez.- Érase una vez un joven que creyó firmemente en su partido, el revolucionario institucional, aprendió los ideales de Luis Donaldo Colosio, los llegó a practicar y hacerlos suyos, a llevarlos dentro de su piel.
Descubrió que el PRI no solo eran estatutos y buenas intenciones, sino que era la oportunidad real de servir al pueblo, de servir a la sociedad. Descubrió que en esta hora en que muchas cosas en nuestro país han sido puestas en movimiento, las ideas de Colosio cobraban vigor y obligaban a recuperar la visión de un México mejor y a establecer compromisos para lograrlo con el concursos de jóvenes, mujeres y hombres de todo el espectro político.
Descubrió también que sin una mejor distribución del ingreso, la economía se debilitaría y se cerraría el camino al crecimiento, aprendió además a que si no existía una economía fuerte, no habría una política social ni eficiente, ni duradera.
Era un joven que sabía que los balazos que mataron a Colosio el 23 de marzo de 1994 no solo le habían causado coraje y profunda indignación, sino además le infundieron valor, decisión y patriotismo.
Ese joven de sueños tricolores perdía su mirada en la profundidad, intentando explicar que le había sucedido a su partido en Michoacán.
Sabe doctor sí yo pudiera ( me confió) dejaría de ser del PRI michoacano, sí yo pudiera sería del PRI de cualquier otra parte del país, porque el PRI de Michoacán me da vergüenza.
“Yo ayude a Fausto a ganar la gubernatura, construí el triunfo como muchos otros jóvenes y hoy resulta que mi partido el que fue el ganador, perdió su gobernador y no tenemos gobernador priísta, nos lo arrebataron”.
“Sabe? Preferiría haber perdido en las urnas que sentir el descrédito de la podredumbre, de la vergüenza que me rodea como priísta”.
Es un joven que no llega a los 25 años, que incluso su mirada se torna transparente por la inminente salida de lagrimas de coraje y de rencor por aquellos que desde dentro de su partido le despojaron de su triunfo.
Como priísta me confiesa, me siento profundamente desanimado, triste e impotente, de nada ha servido mi trabajo de años que hoy se ve frustrado por la estupidez, cerrazón y hambre de poder de nuestros grandes dinosaurios-dirigentes-narcos-corruptos-militantes, no es justo que por esos, nos cataloguen a los jóvenes, no es justo que tengamos nosotros que limpiar el desmadre que ellos dejaron y fomentaron y que tenga que acudir la federación a poner orden y a limpiar de toda esa lacra que tanto daño le hace al país.
“Hoy no tengo un líder fuerte en mi partido, afirma resignado, es de risa! con la mano en la cintura los líderes del PAN o del PRD lo hacen pedazos”, refiriéndose a Marco Polo Aguirre.
“Hoy la federación tiene que echar mano de gente que viene de fuera a arreglar el desmadre porque no nos tiene la confianza a los priístas de mi estado, hoy gente ajena a mi partido ocupa puestos que con trabajo, esfuerzo y honestidad muchos nos ganamos”.
El joven priísta confiesa: “El colmo sería ver mañana un candidato del PRI a gobernador que tampoco sea priísta y más aún venga de fuera porque los de aquí no merecemos confianza”.
De pronto levanta su mirada al cielo y exclama: Cómo es posible que nosotros los priístas en tan sólo dos años hayamos convertido en una cloaca de delincuencia a nuestro estado? Cuando se señalará que los gobiernos del PRD participaron también en todo esto, por qué no salen sus nombres a la luz, por qué solo nosotros?.
Decía Colosio concluye: “Yo veo un México con hambre y con sed de justicia”, yo le digo a usted: “Yo veo a muchos priístas jóvenes con hambre y con sed de justicia, pero contra los malos priístas que nos tienen arrodillados en Michoacán”.