Y las razones para ese pronóstico —que no resulta nada aventurado—, son de párvulos. El PRI será derrotado porque hoy muy pocos michoacanos creen en la honestidad y la transparencia del más reciente gobierno tricolor, el de Fausto Vallejo, cuya familia, amigos y grupo político se han visto seriamente vinculados con la banda criminal de «Los Templarios».
De hecho, buena parte del PRI michoacano —si no es que todo— mantiene algún tipo de relación con la banda criminal que llevó a Michoacán a la ruina política, social y económica. Y es que políticos priistas de todos los niveles, empresarios y líderes sociales fueron cooptados por «Los Templarios», al grado que no resulta exagerado decir que en Michoacán muy pocos integrantes de la clase política se salvan.
¿Quién va a creer en los candidatos del PRI, sobre todo luego que el jefe de campaña de Fausto Vallejo era también un poderoso jefe de «Los Templarios»; cuando los hijos de Vallejo aparecen en amena tertulia con el jefe de «Los Templarios»; cuando no pocos empresarios cercanos a Vallejo parecen implicados con la banda criminal?
¿Quién va a creer en el PRI de Michoacán, si desde los tiempos de la dirigencia priista de Humberto Moreira no eran pocas las voces que acusaban a la candidatura de Fausto Vallejo de mantener vínculos con «Los Templarios»; si en la campaña y durante la votación abundaron los indicios de que «Los Templarios» compraron y presionaron pueblos completos para que votaran por el PRI?
¿Quién puede confiar en los políticos del PRI, cuando desde el gobierno federal se enviaron señales de que Fausto Vallejo y su grupo político, además de su familia, parecían solapados, a pesar de que la voz popular sabía a ciencia y paciencia que —por ejemplo—, Jesús Reyna era uno de los jefes «Templarios»; si los ciudadanos veían a los hijos de Vallejo en los lugares regenteados por «Los Templarios»; si la sabiduría de la voz popular insiste en que no pocos alcaldes, diputados locales y hasta federales, tienen las manos metidas en el negocio del crimen?
¿Cómo creer en el PRI, y en las instituciones del Estado en manos del PRI, si a pesar de todas las acciones emprendidas en Michoacán, esas instituciones no han podido capturar al líder e ideólogo templario, Servando Gómez, quien sigue enviando mensajes, videos, y hasta burla —en todos los sentidos—, a la autoridad federal? ¿Quién puede creer en el PRI, luego de las declaraciones de Rodrigo Vallejo —en donde dice que fue levantado, a pesar del video—, y de la carta que la tarde de ayer difundió Fausto Vallejo, en descargo de su hijo, cuando en Michoacán todos saben que los hijos de Vallejo eran intocables?
Por todo eso, y porque aún existe un clima de violencia y miedo en amplias regiones del estado de Michoacán, la de junio de 2015 no sólo será una elección de cambio de gobierno atípica y peligrosa, sino que será una contienda en donde el PRI poco o nada tiene que hacer. Claro, a menos de que el partido tricolor cambie todos sus cuadros por ciudadanos sin partido.
Pero tampoco será una elección fácil para el PRD y para el PAN. ¿Por qué? En primer lugar, porque los políticos del PRD tampoco gozan de buena imagen, reputación y credibilidad —y también tienen a su narcopolítico, en Julio César Godoy—, como para ser alternativa al corrupto PRI. Vale recordar que en los gobiernos de Lázaro Cárdenas Batel y Leonel Godoy se gestaron «La Familia Michoacana» y «Los Caballeros Templarios». Y el surgimiento de esos grupos criminales es síntoma de malos gobiernos amarillos.
Y en el caso del PAN, la imagen no es mejor. Resulta que durante el gobierno federal del michoacano Felipe Calderón, ni con todo el peso del gobierno federal la autoridad fue capaz siquiera de asustar a «Los Templarios», ya no se diga atraparlos. También el PAN fracasó en Michoacán. Por eso la pregunta: ¿Por quién votarán los michoacanos? Al tiempo.
EN EL CAMINO
La Procuraduría de Puebla dictaminó que el niño muerto a causa de un proyectil en la cabeza, perdió la vida por el estallido de un explosivo. Vamos a suponer que sea cierto. ¿Quién les va a creer? Y es que el de Puebla es un gobierno de tal descrédito, que todo lo que diga será puesto en duda.
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