Columna Política «SOBREMESA», por Antonio Soto.- No hay nada más preocupante para la población que el tema económico, el no contar con un empleo, o el temor a perder el que se tiene, es una de las más grandes angustias que constantemente vive la gente. Todo esto ocurre sobre todo en aquellos países donde la inestabilidad económica es permanente, ocurre en aquellos países, en donde las tasas de crecimiento son bastante mediocres y por lo tanto, la generación de empleos es bajísima, ocurre en aquellos países altamente dependientes de variables, muchas de ellas externas, como por ejemplo, en el caso mexicano, en el que una tercera parte de sus finanzas públicas provienen de los ingresos de las exportaciones petroleras, y ocurre principalmente también, en aquellas economías como la nuestra en las cuales la desorbitante dependencia de casi un sólo mercado mundial, como lo es el norteamericano, nos hace altamente frágiles y vulnerables y por lo tanto, sujetos siempre a una enorme inestabilidad. De tal manera que si crece la economía de los Estados Unidos, tenemos oportunidad de que la nuestra lo haga, si no ocurre tal crecimiento, entonces nuestro desempeño económico será insignificante. Por cierto, la economía de nuestro vecino del norte está atravesando por un mal momento.
Esto no es nada nuevo, ni pasa desapercibido para nadie, el problema es: ¿Por qué sabiendo esto nuestros gobernantes siempre se obstinan en asegurar que habrá altas tasas de crecimiento, las que finalmente nunca se alcanzan?, ya han sido muchos los funcionarios de la hacienda pública del País, quienes han hecho siempre pronósticos muy alentadores para nuestra economía pero que en la realidad estos casi nunca se han cumplido. El actual Secretario de Hacienda y Crédito Público, quien goza de una «buena fama y profesionalismo» en el tema hacendario, le ha ocurrido lo mismo que a sus antecesores, ya que de igual forma ha hecho pronósticos bastante optimistas para la economía mexicana, los cuales se han venido abajo al paso del tiempo, como por ejemplo: el año pasado cuando auguró un crecimiento del 4 % y la economía solamente creció el 1.1%, para este año su pronóstico inicial fue del 3.9 % y ya las recientes estimaciones solamente predicen un 2.7 % de crecimiento, y quien sabe si en los próximos meses este porcentaje se vea reducido aún más como ocurrió en el 2013. Según datos del INEGI el crecimiento del primer trimestre del año fue apenas superior en 0.28 % respecto al mismo trimestre del año pasado, cifra verdaderamente ridícula, la cual por si sola habla de que nos encontramos inmersos en una verdadera recesión económica cuyas consecuencias ya están causando estragos entre la población. Según la ANTAD (Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicios y Departamentales) aseguran que por primera vez en 30 años las ventas totales bajaron en un primer trimestre, realmente esto es alarmante, porque no se quiere reconocer de manera pública lo que se dice en voz baja por funcionarios públicos, empresarios y académicos y especialistas en materia económica.
La realidad es que la economía está teniendo desde hace ya varios años un crecimiento bastante flojo, crecimiento que resulta en verdad insuficiente para enfrentar las innumerables necesidades que año con año se vienen acumulando en el País. La falta de crecimiento económico es la principal causa de las altas tasas de desocupación y del incremento incontrolable de la informalidad, no se diga también del alarmante aumento de la incidencia delincuencial en casi todo el territorio nacional. Es sumamente urgente que el gobierno federal para revertir tan delicada situación económica aplique la mayor cantidad de fondos públicos en la inversión de infraestructura, la cual hasta estos momentos se encuentra parada a pesar de que es este sector un buen detonante del crecimiento. ¿Qué está esperando el gobierno?
@tonosotosanchez