Los hijos de Fausto Publicado el 10 abril, 2014
CarlosLoret.com
“Se están despachando con la cuchara grande”, me dice un alto funcionario del gabinete de Seguridad del presidente Enrique Peña Nieto.
Se refiere a los hijos del gobernador de Michoacán, Fausto Vallejo.
Se llaman Fausto y Rodrigo Vallejo Mora. Fausto el grande, Rodrigo el chico. Sobre el que más sospechas pesan es sobre Rodrigo, a quien aparentemente apodan El Gerber.
En Morelia algunos dicen que está metido con el cártel de Los Caballeros Templarios, que hasta ellos le pusieron el apodo de la conocida pandilla infantil.
Otros señalan que los dos se están robando todo lo que pueden en el corto periodo gubernamental de su padre (fue electo para tres años y ocho meses).
No sólo lo dicen los michoacanos. También secretarios de Estado y altos mandos federales dudan entre que si están coludidos con el crimen organizado o son corruptos. No he escuchado a una sola fuente que me diga que son jóvenes de bien. Eso sí. Todos, todos, coinciden en que “no les hemos encontrado nada hasta ahora”.
Los señalamientos contra los hijos de Fausto Vallejo aparecen en algunos expedientes, son mencionados en varias averiguaciones previas de las muchas que tiene la Procuraduría General de la República sobre Michoacán.
Los jóvenes no exhiben un nivel de vida superior al ya muy bueno que acostumbraban antes de que su papá ganara la elección: no se les ve en vehículos deportivos, ni adquiriendo nuevas casas de lujo; forman parte de la sociedad de élite michoacana, se comportan de manera prepotente, les denuncian como traficantes de influencias, comisionistas informales para obra pública, se dice que han adquirido algunos terrenos muy bien ubicados y gozan de ostentosos aparatos de seguridad que a veces usan como golpeadores en bares para atacar a quien les molesta.
Su comportamiento de juniors es tristemente famoso:
Hace no muchos meses, cuando el gobernador Vallejo había pedido licencia para atenderse médicamente en Houston, Fausto hijo fue de fin de semana a la zona de la Presa Coitzio, un sitio de descanso campestre. Se subió a una cuatrimoto para aventurarse por el monte. Al poco rato, se volcó. Para atender sus raspadas llegaron tres ambulancias, un camión de bomberos y dos helicópteros, uno de ellos aterrizó en medio de la avenida principal y paralizó la zona.
El grado de descomposición que alcanzó Michoacán sólo es explicable por un conjunto de factores, entre los que no puede descartarse el comportamiento de la familia en el poder.
A las autoridades corresponde investigar a fondo estos señalamientos, abrir oídos para escuchar las denuncias de la sociedad, y proceder contra los polémicos jóvenes o dejar claro que su comportamiento no es delictivo.