Morelia, Mich., 5 de marzo del 2014.- Durante la segunda mitad del siglo XIX, la medicina contaba con tres tipos de saber: el arte como un saber hacer; la ciencia como un pensar -sin embargo, el arte puede ser ciencia cuando se puede sistematizar-, y la frónesis, que es la experiencia de los sabios, la cual se adquiere únicamente con la experiencia, así lo aseguró el rector de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH), Salvador Jara Guerrero, en su conferencia magistral «La Medicina Mexicana de Finales del Siglo XIX, entre la Ciencia y el Arte».
Al participar en el Congreso de Historiadores de las Ciencias y las Humanidades, Jara Guerrero se refirió a los tres tipos de saber aristotélicos, señalando que por un lado estaba la medicina propiamente dicha enseñada mediante ciencia médica con base a un conocimiento sistematizado; el hacer, hablando propiamente de la cirugía, no existía en ese entonces como parte de la medicina, lo hacía otro grupo de gente y era un arte; y en tercer término la farmacia o boticarios que, aunque se acercaba más al arte, sin duda es parte de la frónesis.
“Cuando estas tres se juntan en el nuevo médico a finales del siglo XIX resulta una figura muy interesante porque está integrada por tres tipos de saberes”.
Agregó que este periodo es por demás interesante no solamente en México sino en todo el mundo porque aportó en la construcción de lo que hoy día se denomina ciencia y que tiene una infinidad de facetas que cambian cuando se estudian las diferentes disciplinas.
Señaló que en la Grecia Clásica se marcaba una diferencia entre el pensar y el hacer; particularmente dijo, la medicina se sitúa en el campo intermedio porque desde tiempo muy remotos siempre ha tenido una rama del hacer y otra del pensar.
En su charla, Jara Guerrero recapituló la discusión que se daba en aquel tiempo entre los intelectuales, especialmente en contra de los espiritistas, en donde se retomó la discusión de la revolución científica entre Hobbes y Boyle sobre cuál es la esencia del mundo.
Sin embargo, ambas visiones eran muy diferentes, toda vez que Hobbes sostenía que hay principios generales universales que se aplican a todo, mientras que Boyle afirmaba que las particularidades siempre son mayores y que el hecho de buscar principios universales lo único que hace es borrar diferencias que son escenciales para poder entender el mundo.
De esta forma, el rector de la Máxima Casa de Estudios citó una frase de Robert Boyle que surgió a partir de una crítica a Thomas Hobbes y otros metafísicos y que sin duda ha prevalecido hasta la actualidad no sólo en corrientes médicas, sino en las políticas e ideológicas:
“No hay que confundir la doctrina con la práctica, ni condenar la práctica con la doctrina” porque en su crítica a Hobbes dice que hay quienes por convencerse dogmáticamente de una teoría niegan los hechos; esta discusión se da no solamente en el campo médico sino como una discusión teórica, política y filosófica de la epoca”.
Hacia finales del siglo XIX con la influencia positivista comenzaron a buscarse causas que plantean un problema teórico porque esta corriente establecía que lo único que podía ser científico eran los hechos por lo que en la práctica médica se comenzaron abuscar teorías que explicaran las enfermedades.
Finalmente, Jara Guerrero dio lectura a algunos textos de Porfirio Parra en donde refiere a la medicina como una ciencia que se está constituyendo como tal pero que es perfectible de manera permanente; se puede apreciar que la labor en la salud no es sólo una cuestión de conocer la fisiología y anatomía, sino una relación entre humanos basada en un saber hacer y sobre todo en una experiencia para poder asesorar al enfermo.
Asimismo, leyó textos de Francisco Flores donde destacan las publicaciones de ciencia médica; sin embargo, lo que llama la atención, dijo, es que contiene descripciones que se refieren a un médico con muchísima experiencia, coincidiendo con Porfirio Parra en cuanto a la adquisición del conocimiento mediante la experiencia que sólo se obtiene con el tiempo y con ello comprobando la teoría de Aristóteles sobre los tipos de saber.
“Falsos son los números cuando vemos a la medicina solamente como si fuera una ciencia; afortunadamente en los últimos tiempos se ha reconocido en la páctica médica la importancia que puede tener dentro del tratamiento la comunicación que se tiene con el paciente. La medicina no es general, cada caso es particular por lo que tratar de cientifizar a la medicina más que ser un acierto puede ser un error”, concluyó.