“Con afecto para nuestro gran amigo Jacobo Díaz Ortega”.
Por Francisco Zamudio Muñoz.- Parece que el oficio de trabajar en los medios de comunicación, en cualquiera de sus facetas, hoy es un riego latente en sus vidas y en sus cosas. Los derechos a la libertad de expresión, de organización y de manifestación, comienzan a ser letra muerta de nuestra Constitución, ya no solo para la sociedad, sino también en contra de los trabajadores de los medios e comunicación. Hay infinidades muestras de represión que anidan, a lo largo y ancho de México. Los ejemplos más sonados son los de Anabel Hernández, Lidya Cacho, Carmen Aristegui, como también, de periodistas y fotógrafos, agredidos y asesinados, como el último de Gregorio, un periodista de Veracruz, y que ha generado conciencia y motivo, al gremio en todo el país. Que además, este domingo se manifestaron en diversas plazas públicas del país como también aquí en Morelia, de manera solidaria.
Aquí mismo, existen hombres y mujeres de varios medios escritos de Michoacán, que se encuentran desaparecidos o asesinados, sin que hasta el momento se sepa, quienes fueron sus asesinos o los motivos de su desaparición física o qué ha ocurrido con ellos. Cuanta infamia anida en nuestra patria, por el simple hecho de escribir lo que pasa, lo que se piensa, por tomar fotografías o filmar los acontecimientos. Por ello, celebramos que en Morelia, los trabajadores de los medios, hayan salido a decir ¡Ya basta!. ¡Ni un asesinado o desaparecido más!. Con el slogan que reivindicaron: “Por tu derecho de saber, por nuestro derecho de informar”, han salido unificadamente por primera vez, y es una muestra del hartazgo periodístico y en la necesidad de defenderse como seres humanos y con todo el derecho de ejercer el periodismo, pensante y actuante, diría yo.
Bajo este contexto, pudiera comentar el caso del amigo Periodista Jacobo Díaz Ortega. Un gran amigo que conocí en los 70s. En Lázaro Cárdenas y que en su afán porque hubiera información verídica, objetiva y transparente, colaboró con información puntual de las luchas obreras de esa región proletaria y que ante esa responsabilidad adquirida, fue objeto de agresiones de los charros sindicales del sindicato minero y de los mismos empresarios. Su presencia informativa y objetiva, lo llevo a ser reportero de varios medios como el Uno más Uno, de El Cambio de Michoacán, de La Jornada, como también locutor permanente de un noticiero de Radio Azul, en esa ciudad porteña. Su talento y su compromiso social, lo llevo a ser director del periódico sindical de los trabajadores de la sección 271 de mineros y su orientación, quedo plasmada durante varios años entre los siderúrgicos. Ahí, Jacobo, hizo su vida y asumió compromisos sociales que incluso lo llevaron a ser regidor de este municipio en los momentos álgidos de la lucha social, como también responsable de Comunicación Social, en una administración Municipal.
Jacobo Díaz Ortega, tuvo que venirse a Morelia y ya estando aquí, comenzó a aterrizar la edición de su libro “El Macondo Mexicano”, logrando que el Mtro. Teodoro Barajas, de Difusión Cultural de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, se lo editara. Una obra literaria, que es precisamente una reseña histórica de su experiencia con los trabajadores de Sicartsa y que el 5 de Marzo, lo presentara ante los trabajadores y ciudadanos de Lázaro Cárdenas. Para su mala fortuna, al andar en esa ciudad, en la organización del evento de la presentación en esa ciudad, el jueves 13 de febrero, rumbo a su casa, fue agredido por un loco, pegándole una piedra en la cabeza y golpeándolo, que al correr para evitar más golpes, se cayó y se fracturo una pierna. Lo grave del asunto es que esta persona, mal de sus facultades mentales, ha agredido a más ciudadanos y las instancias de gobierno municipal y estatal, han hecho caso omiso, para tomar cartas en el asunto. Por ello, Jacobo ha pedido, que sea encerrado o atendido a esta persona, pero al contrario, la administración municipal y estatal, decidió dejarlo en las calles. Este caso palpable, muestra que todo tipo de violencia y de ocurrencia del sistema en turno, va en contra de los ciudadanos. La indiferencia gubernamental ante los problemas sociales, se muestra por todos lados. Y ante estas agresiones de este sistema político, los trabajadores de los medios de comunicación y la sociedad en general, nos encontramos ante una total indefensión, como en este caso, el de Jacobo, el del asesinado periodista Gregorio de Veracruz o de las persecuciones, acosos, hostigamientos y asesinatos en contra de cientos de comunicadores, reporteros, fotógrafos y escritores de todo el país.
Entonces, lo que está ocurriendo, no es otra cosa, que los efectos y violaciones a la constitución y nuestros derechos humanos desde las esferas del poder, incluyendo los poderes facticos y delincuenciales. ¿Por qué tanto acoso a periodistas o escritores como Anabel Hernández, Lydia Cacho, Carmen Aristegui, o asesinatos como el de Gregorio de Veracruz?, ¿O qué les hubiese costado haber encerrado ya, o atendido a ese loco, que agredió a Jacobo o están esperando a que mate a alguien, para que las autoridades municipales y estatales, hagan algo?. Desde esta tribuna del Ahuizote, invitamos a los trabajadores de los medios de comunicación a que se organicen y sean solidarios ante sus compañeros y compañeras de gremio, pero que también alcen la voz, como este domingo ya lo hicieron en todo el país, y no permitan más asesinatos o acosos a su derecho de informar. Entre los trabajadores de los medios de comunicación de Michoacán, debería de prevalecer esa hermosa frase que dice, “No podre estar de acuerdo con tus ideas, pero siempre defenderé tu derecho, a decir lo que piensas”.