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La Reforma Universitaria se trata de nuevos usos en la enseñanza, investigación y difusión cultural: Jaime Hernández

Morelia, Mich., 15 de octubre del 2013.-  La historiografía sobre la Universidad Michoacana ha elaborado sus trabajos en torno a las leyes orgánicas,  y principalmente a sus formas de gobierno, sin embargo se ha descuidado estudiarla en función de su quehacer cotidiano que es la enseñanza, la investigación y la difusión de la cultura, retos que se habrán de afrontar como parte de la reforma universitaria que caracteriza a la universidad al igual que sus permanentes cambios, así lo aseguró el ex rector nicolaita Jaime Hernández Díaz, en el acto conmemorativo del XCVI Aniversario de la Casa de Hidalgo en la Escuela Preparatoria “Pascual Ortiz Rubio” en honor a quien fuera su fundador el 15 de octubre de 1917.

En la ceremonia presidida por el gobernador Jesús Reyna García y el rector Nicolaita Salvador Jara Guerrero, Hernández Díaz afirmó que: “La reforma tiene que ver, en esencia, con nuestro trabajo y con el modo de ser de la actividad académica. Desde luego, no se trata solamente de usos nuevos en el gobierno de la Universidad, sino y sobre todo de usos nuevos en el trabajo universitario en sus áreas de docencia, investigación y difusión de la cultura” aseveró.

En su discurso, el ex rector de esta Casa de Estudios resaltó que debido al crecimiento de la Universidad, actualmente se enfrenta a problemas muy diferentes a los del pasado pero que estamos obligados a resolver, ya que de no hacerlo se pondrá en riesgo la viabilidad de la institución.

“Si somos capaces de elaborar una propuesta sólida y consistente para definir el rumbo de la institución, seguramente lograremos los apoyos para impulsar las transformaciones que nos compete a los universitarios y encontraremos mejor disposición en el Ejecutivo y Legislativo para impulsar los cambios que se juzguen adecuados”, aseveró.

Asimismo recapituló que la UMSNH fue la primera institución universitaria que nació con el carácter de autónoma, que a pesar del camino tan transitado que ha tenido este principio, “hoy estamos convencidos de que es la base para el funcionamiento de las universidades y debe considerarse como un instrumento para que puedan desarrollar sus fines esenciales de enseñanza, investigación y difusión de la cultura. En consecuencia, la autonomía no debe observarse como un fin desvinculado de estas actividades básicas, como también a veces se ha pretendido utilizarla, la Universidad no es un partido político”.

Mencionó que fue el ex gobernador de Michoacán, el ingeniero Pascual Ortiz Rubio, quien aportó tres elementos que dieron identidad a la institución desde su nacimiento: el núcleo de la Universidad sería el Colegio de San Nicolás; la autonomía de la institución y la libertad de pensamiento.

Estos elementos permiten sentirnos identificados con el pensamiento humanista de Vasco de Quiroga, con el pensamiento de Hidalgo, de soñar y aspirar como él con una nación independiente y soberana; el pensamiento de Melchor Ocampo sobre la importancia de la educación, la ciencia y la tecnología para lograr el desarrollo y la transformación del país y el ideal de Morelos de aspirar a una sociedad justa e igualitaria.

Finalmente en un mensaje dirigido a los jóvenes que recibieron su reconocimiento “Padre de la Patria”, los exhortó a sentirse orgullosos de formar parte de una gran Universidad que hoy gracias al esfuerzo de varias generaciones, se ubica dentro de las mejores universidades de México y con una historia que nos da identidad pero que a través del trabajo, estudio y disciplina nos permite ver no hacia el pasado sino al futuro de ustedes y de  la propia universidad y de un México más justo y equitativo.

En este acto conmemorativo, se entregaron 224 premios “Padre de la Patria” a los alumnos Nicolaitas con mejor promedio académico; asimismo, los asistentes entonaron el Himno Nacional, que por primera vez  fue sonorizado por la Orquesta de Cámara y la Banda de Guerra de la UMSNH, dirigido por el maestro Pablo César Reyes.

Discurso íntegro del maestro Jaime Hernández:

La Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo: 96 años después.

Nos encontramos reunidos para celebrar la fundación de nuestra Universidad hace 96 años. La invitación para participar en este acto, es una distinción que me honra, agradezco a la Rectoría la oportunidad que me brinda de compartir con todos ustedes algunas reflexiones en torno a la Universidad, me ocuparé de manera breve de su fundación y sobre todo de la vigencia de los principios bajo los que nació, procuraré hacerlo de la manera más responsable, reconociendo que son visiones que seguramente compartimos la mayoría de los aquí presentes, pero no son de ninguna manera verdades absolutas. Hablaré de lo que nos ha enseñado la historia de nuestra vida universitaria.  Hablaré como historiador.

En efecto, este acto, nos permite recordar y referirnos a la historia y evolución de la Universidad Michoacana. La historia de la Universidad es tan rica que sería imposible abordarla en su conjunto en un acto conmemorativo como este, que a su vez exige brevedad. Me referiré únicamente al significado de su historia y a la importancia de las características de los principales aspectos de su fundación. Cuando me refiero a su historia, no pienso en conocer nuestro pasado como un simple acto de erudición o acumulación de datos, sino ver nuestra historia como aquellos elementos o principios que caracterizaron nuestro origen, de características e ideas que nos permiten identificarnos como parte de un proyecto educativo, de una institución con un perfil propio, que nos hace ser diferentes de otras universidades publicas o privadas, que nos da identidad, que nos identifica.

Las universidades en el mundo, tienen cada una su sello; Bolonia, Paris, Salamanca, Oxford, Cambridge, Yale, etc., tienen su historia propia. En nuestro país, somos diferentes de la Universidad Autónoma de Guadalajara “los Tecos”, de la Universidad de Colima, de la Universidad de Guanajuato, tampoco  ellas quisieran ser como nosotros. Esto sólo se explica porque aunque compartimos la idea de ser Universidades, nuestro origen e historia es diferente.

Entre nosotros, la idea de conformar una verdadera Universidad, había sido acariciada y tenuemente dibujada por Don Melchor Ocampo, desde la reapertura del Colegio de San Nicolás, las condiciones de entonces, no lo permitieron, empero el Colegio de San Nicolás evolucionó durante la segunda mitad del siglo XIX, alcanzó la madurez y generó la posibilidad de que surgieran en su seno los estudios de derecho, que llevaron a la creación de la Escuela de Jurisprudencia, que llegó a alcanzar un gran reconocimiento por la calidad de sus estudios como lo expresara el gran jurista español Altamira y Crevea. Igualmente había creado los estudios de medicina que con mayor dificultad se consolidaban. Morelia y San Nicolás era el espacio de científicos e intelectuales de la época, Nicolás León, Martínez Solórzano, juristas como Miguel Meza, Felipe de J. Tena.

A nivel nacional, el tema de la Enseñanza Superior estuvo presente en el debate  acerca de la educación en los últimos años del porfirismo. Justo Sierra desde el año de 1881 propuso la creación de la Universidad y con el carácter de autónoma Después de haber fracasado en un primer intento de crear la Universidad Moderna Mexicana, lograba su anhelo en 1910.

La Revolución mexicana, 1910-1917, sobre todo durante el Constituyente, colocó en el centro del debate la necesidad de profundizar en la política educativa, que hiciera obligatoria la enseñanza primaria, gratuita, laica, es decir una educación científica para transformar el país. No obstante, la educación superior universitaria, prácticamente quedó al margen de la discusión y la atención del Estado nacido de la revolución.

En Michoacán, en cambio, la discusión de la educación superior, fue el tema central del primer gobierno constitucional, encabezado por el Ing. Pascual Ortiz Rubio, que arribó al poder, derrotando en las urnas al General Francisco J. Mugica.  Conviene recordar que tomaba las riendas del poder una corriente política, que tenía sus raíces en el liberalismo, el silvismo por ser seguidores del Dr. Miguel Silva, mismos  que se habían incorporado a la revolución mexicana. Formaba parte de esta corriente profesionistas liberales, que se habían educado en el Colegio de San Nicolás o estaban emprendiendo sus estudios en la ciudad de México. Predominaba entre ellos aún el pensamiento positivista. Con el apoyo de ellos, el Gobernador Ortiz Rubio presentó la iniciativa de crear la Universidad Michoacana que encontró resistencia en el Congreso del Estado.

Ortiz Rubio expresó brevemente en sus Memorias las razones que lo inspiraron: “Presenté al Congreso del Estado la iniciativa para fundar con el carácter de Autónoma, la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, de la que el Primitivo y Nacional Colegio de aquella apelación habría de ser el núcleo. Esto obedecía a mi deseo acariciado desde mis tiempos de estudiante, de que la enseñanza superior no resultase afectada por los vaivenes  de las pasiones políticas de los gobiernos en turno, en detrimento de los altos ideales de libertad de pensamiento que deben normar las actividades universitarias. Tal propuesta halló resistencia por parte de los elementos conservadores del Congreso, todavía preponderantes y sólo después de muchas discusiones se aprobó. El 15 de octubre de 1917 fue expedida la correspondiente ley, en virtud de la cual la Universidad fue inaugurada el 1º. De diciembre de 1918, fecha en que se celebró la primera sesión del Consejo Universitario”.

De este breve texto de Ortiz Rubio, se desprenden tres elementos que nos dieron identidad, desde nuestro nacimiento como institución: 1.- El núcleo de la Universidad sería el Colegio de San Nicolás; 2.- La Autonomía de la Institución y 3.- La libertad de Pensamiento.

La naciente Universidad tanto por su denominación, su escudo, como por su núcleo central, se concebía continuadora del Colegio de San Nicolás. Ello nos hace sentirnos identificados con el pensamiento humanista de Vasco de Quiroga y con su utopía de formar una sociedad justa, igualitaria, expresada en su proyecto social y las Ordenanzas de Santa fe de la Laguna. Nos hace sentirnos identificados con el pensamiento de Hidalgo, de soñar y aspirar como él con una nación independiente y soberana, que decida por misma el aprovechamiento de sus recursos naturales y no por extranjeros que vienen a saquear nuestras riquezas, nos hace sentir nuestro, el ideal de Morelos de aspirar a una sociedad justa e igualitaria como lo expresó en sus Sentimientos de la Nación hace 200 años. Nos hace pensar con Melchor Ocampo en la importancia de la educación, la ciencia y la tecnología para lograr el desarrollo y la transformación del país. Estas ideas y pensamientos  era lo que recogía la Universidad Michoacana y lo que nos da identidad propia desde entonces.

Estos principios nos explican porque los universitarios de las décadas de los años veinte y treinta realizaron un gran esfuerzo por imprimir a nuestra universidad un carácter social en todas sus actividades y sus objetivos de enseñanza. Para ello definieron tareas y objetivos de sus carreras,  con esa orientación no olvidaban el sentir académico de la institución. Deseaban superar el carácter liberal de la Institución del siglo XIX. En esa época se forjo lo que he denominado en otra ocasión el “nicolaicismo social” cuyos exponentes entre otros fueron sus rectores Jesús Díaz Barriga, Enrique Arreguín y Natalio Vázquez Pallares. Ese proyectó chocó con el Estado mexicano cuando este abandonó sus compromisos sociales, a partir de la década de los años 40 y  ello explica en buena medida los conflictos universitarios de la época y las tensiones que se vivieron

Por otra parte, somos la primera Institución universitaria que nace con el carácter de autónoma, cierto que no fue derivado de una lucha especial para conseguirla, pero sí de una experiencia que vivió Ortiz Rubio, en su época de estudiante cuando fue reprimido por oponerse a la dictadura porfirista y mercadista. La idea estaba clara, autonomía frente al poder político, sin dejar de plantear la obligación del Estado de financiar y sostener una institución de tal naturaleza. A esta idea era a la que se oponían positivistas y algunos políticos ¿Cómo se iba a permitir que el Estado dejara en manos de los Universitarios una tarea que era propia del mismo?.

En la época de la fundación de nuestra Universidad, no se entendió a cabalidad el profundo significado de la autonomía y la universidad dejó de serla durante un largo periodo de su vida, hasta 1966. Ello explica igualmente las innumerables tensiones que vivió la Universidad con el Estado, sencillamente era una dependencia más del aparato gubernamental.

La autonomía venía de una larga tradición universitaria del mundo occidental europeo, desde sus orígenes medievales la universidad encarna una decidida y constante vocación de independencia y libertad. Su historia nos muestra la tensión entre la autonomía de la comunidad universitaria, como institución con fines propios, y las fuerzas sociales, principalmente los poderes públicos y religiosos, deseosos de controlarla.

En la época moderna, desde la consolidación de los Estados nacionales, la tensión se manifiesta entre ellos y la universidad, por lo que la autonomía universitaria se define principal, aunque no exclusivamente, frente al Estado. La autonomía es una reivindicación de las universidades públicas, pues son éstas las que requieren tomar distancia del Estado que las subsidia. Los movimientos de autonomía surgen frente a regímenes políticos que pretenden controlar la universidad. Sin embargo, en América, y principalmente en México asumía otra connotación, algunos y no pocos por cierto, pensaban que el Estado era el mejor vehículo para garantizar la educación, por eso se opusieron al proyecto de Justo Sierra en 1881 de crear la Universidad de México con el carácter de autónoma y aunque después, logró crear en 1910 la Universidad nacional esta no sería autónoma sino hasta 1929.

La autonomía tuvo un accidentado camino en las universidades mexicanas y la nuestra no fue la excepción, primero se tuvo que enfrentar a los liberales y positivistas, que veían en ella, la posibilidad del resurgimiento de la vieja Universidad Pontificia de México cancelada por el liberalismo por su anacronismo, y después de la revolución porque se pensaba que la autonomía apartaba a las universidades de las tareas educativas del Estado revolucionario surgido  de la Revolución Mexicana. Los marxistas de las décadas de los años 60 y 70, comprendieron que la universidad ofrecía un espacio de libertad para discutir, analizar la situación social y la ciencia y por ello la nueva generación de la izquierda mexicana siempre fue partidaria de la autonomía, empero la llevó a cometer un gravísimo error a confundir a la Universidad con un Partido Político, que en esencia significaba alejar a la Universidad de sus funciones fundamentales de transmisión del conocimiento e investigación científica.

Sería hasta 1980, cuando se entendió que era la mejor forma de garantizar la vida de las instituciones educativas y se elevó a rango constitucional. En 1979, la UNAM celebró el cincuentenario de su autonomía. Dentro de ese marco se inscribió la iniciativa del Presidente de la República para adicionar el artículo tercero constitucional y garantizar constitucionalmente la autonomía de las universidades. Cabe señalar que fueron las propias universidades públicas las que desde 1978 habían planteado la necesidad de elevar a rango constitucional la autonomía. En 1980, el Congreso de la Unión aprobó la adición que consagra la autonomía en la Constitución. El significado de esta comprende cuestiones de orden jurídico, político, académico y económico. En cada una de ellas, los derechos otorgados se corresponden con obligaciones por parte de  la Universidad.

Hoy estamos convencidos que es la base para el funcionamiento de las universidades. Esta se tiene que asumir responsablemente para garantizar el desarrollo del pensamiento científico, en libertad y sin cortapisas. Sin embargo no puede ser vista como espacio extraterritorial,  ni exención de la aplicación de las leyes a los miembros de su comunidad. Como también  se debe entender  que esta  autonomía representa una libertad frente al poder público y otras corporaciones, en el pasado frente a la Iglesia, en el presente frente a otras corporaciones privadas y a los partidos políticos. La tarea de organizarse en sus aspectos académicos y administrativos es decisión de la vida universitaria y pertenece a los universitarios y al poder legislativo en su caso. La autonomía obliga al Estado y a los actores políticos (funcionarios y partidos políticos) a respetarla de manera irrestricta.

De conformidad con el actual marco jurídico constitucional, la autonomía universitaria debe considerarse como un instrumento para que las universidades  públicas, entre ellas nuestra universidad, puedan desarrollar sus fines esenciales de enseñanza, investigación y difusión de la cultura. En consecuencia, la autonomía no debe observarse como un fin desvinculado de estas actividades básicas, como también a veces se ha pretendido utilizarla, la Universidad no es un partido político.

Me referiré por último,  a otro elemento contemplado en la fundación de nuestra Institución, la libertad de pensamiento para su quehacer académico. En la búsqueda de una identidad propia se pensó que la Universidad debería tener una filosofía oficial cuando en esencia ello se contraponía con los valores de la libertad de pensamiento. Este punto plantea la necesidad de revisar que ha hecho la institución en su vida académica, a lo largo de sus 96 años

La historiografía sobre la Universidad Michoacana ha elaborado sus trabajos en torno a las leyes orgánicas,  y principalmente a sus formas de gobierno, es decir al aspecto normativo que nos ha regido, a sus conflictos internos y frente al Estado, pero hemos descuidado estudiarla en función de nuestro quehacer cotidiano que es la enseñanza y la investigación y la difusión de la cultura. Se ha avanzado en la historia de sus facultades, escuelas e institutos, y sus contribuciones al conocimiento e investigación científica, pero es mucho lo que falta por indagar, conocer y divulgar de lo que hemos hecho a lo largo de nuestra historia. Esto nos coloca como una institución que a pesar de lo se diga ha estado en permanente cambio y reforma.  Existen sin duda percepciones e ideas diferentes de lo que es una reforma universitaria, Arnaldo Córdova sostiene que “La reforma universitaria…no se limita a la transformación del gobierno universitario y a la democratización, en general, de la vida universitaria. La reforma quiere decir mucho más que eso y tiene que ver, en esencia, con nuestro trabajo y con el modo de ser de la actividad académica. Sabiamente escribía Ortega y Gasset que la reforma universitaria ‘es siempre creación de usos nuevos’. Ello implica, como suele decirse, poner la reforma en positivo. Desde luego, no se trata solamente de usos nuevos en el gobierno de la Universidad, sino y sobre todo de usos nuevos en el trabajo universitario en sus áreas de docencia, investigación y difusión de la cultura.”

Si nos revisáramos desde esta perspectiva de nuestra historia, nos daríamos cuenta que hemos sido una universidad que ha logrado una gran transformación, dejando de ser la Universidad liberal, creando escuelas, facultades e institutos, para convertirnos en una Universidad Moderna, que se transformó de una institución pequeña que hacía descansar su quehacer académico en profesionistas liberales, por una Universidad que deposita fundamentalmente su actividad en los profesores-investigadores que dedicamos nuestro tiempo, nuestra vida a la Universidad. Por ello enfrentamos problemas que son muy diferentes a los del pasado y que estamos obligados a resolver, problemas que si no atendemos pronto, ponen en riesgo nuestra viabilidad como institución.

Seguramente que la mayoría apreciamos la necesidad de corregir situaciones de la Universidad, esto tenemos que verlo como un proceso  más o menos largo, que debemos y podemos impulsar a través de la búsqueda de consensos entre los universitarios más allá de nuestras diferencias. Si somos capaces de elaborar una propuesta sólida y consistente para definir el rumbo de la institución, seguramente lograremos los apoyos para impulsar las transformaciones que nos compete a los universitarios y encontraremos mejor disposición en el ejecutivo y legislativo para impulsar los cambios que se juzguen adecuados.

A los jóvenes que hoy reciben su reconocimiento “Padre de la Patria”, debo decirles que deben sentirse orgullosos de formar parte de una gran Universidad que hoy gracias al esfuerzo de varias generaciones, hoy se ubica dentro de las mejores universidades de México y con una historia que nos da identidad pero que a través del trabajo, estudio y disciplina nos permite ver no hacia el pasado sino al futuro de ustedes y de  la propia universidad y de un México más justo y equitativo.

Morelia, Michoacán, a 15 de octubre de 2013.

Mtro. Jaime Hernández Díaz.

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