(Fábula) Había una vez un reino donde todo era felicidad, donde no existía inseguridad, donde todos los animalitos en edad adulta tenían trabajo, las calles por donde circulaban las carretas no tenían un solo bache, parques, jardines, callejuelas estaban perfectamente iluminadas, los pobladores del reino amaban a su soberano que era un elefante, grande, alto, gordo, gordo que cuando barritaba provocaba un gran respeto entre todos los animales y plantas del reino.
Había muchas camelinas en sus principales calles, las flores también eran felices en los diversos espacios que se les otorgaban.
El reino estaba verde, verde…
El reino tenía animalitos de diversos colores, cotorritas verdes con rojo que apoyaban incansablemente al gran señor elefante, todo lo que barritaba el elefante decían simplemente que si.
Había también animalitos amarillos, que eran pequeños y hermosos canarios que cantaban constantemente todo lo que no les parecía de lo que proponían los las cotorritas verdes con rojo y el gran señor elefante.
Guacamayas de color azul también tenían como característica estar siempre en contra de las decisiones del gran señor elefante.
Un día sucedió lo inimaginable y digo eso porque todos! tanto las cotorritas verdes con rojo, los canarios amarillos y las guacamayas azules se pusieron en contra de una decisión que parecía que era como siempre había sido una ley lo que barritaba el gran elefante.
Ocurrió que al señor elefante barritó fuerte y claro: “Se colocarán parquímetros en el centro del reino, se cobrarán 10 pesos la hora y esto provocará que haya más animalitos que se acerquen a hacer sus compras”.
Las guacamayas azules exigían que los estacionamientos para diversos animalitos se regularizarán ya que cada estacionamiento cobraba lo que lobos con piel de oveja que eran los dueños querían, diciendo también que ellos cobraban lo que querían porque eran muy amiguitos del gran señor elefante.
Para los canarios amarillos que siempre estaban en contra de todo, fue muy sencillo decir no al proyecto paquidérmico.
Pero lo más curioso es que las mismas cotorras verdes con rojo también se opusieron para defender los intereses de todos los animalitos y plantas del reino.
Por primera ocasión los canarios, las guacamayas y las cotorras estaban unidas en contra del gran señor elefante, se escuchaba en el reino a la abejitas zumbar, a las águilas trompetear,a las alondras cantar, a los burros rebuznar, a los búhos ulular, a los caballos relinchar, a las cabras, corderos y carneros balar, a los ciervos bramar, a las cigarras carraquear, a las cigüeñas castañetear, a los cisnes, cuervos y garzas graznar, a las gallinas cacaraquear, a los gatos maullar, a los perros ladrar, todo unidos por un mismo fin, todos estaban en contra de la instalación de parquímetros en el centro del reino.
Entonces el señor elefante tuvo que decir no y los animalitos y plantas del reino vivieron felices por siempre y para siempre.
Moraleja: “La unión hace la fuerza”, aunque alguna cotorrita gritaba como loca “pueblo unido, jamás será vencido” y colorín colorado este cuento ha acabado.
Articulista: Ignacio Martínez