México, D.F., 13 de agosto del 2013.- La propuesta de reforma energética que Enrique Peña Nieto anunció bajo la premisa de permitir la participación de capitales privados en las áreas de exploración, extracción, refinación, petroquímica, almacenamiento y transporte, con lo que supuestamente se generarán 500 mil empleos adicionales en el sexenio, es decir 100 mil por año, condena a la juventud mexicana a la marginación económica en la que se encuentra, pues se requiere de al menos un millón de empleos anuales para poder cumplir con los satisfactores económicos que necesita dicho sector.
Hortencia Aragón Castillo, Coordinadora Nacional de Foro Nuevo Sol del PRD, declaró que debe preocupar el hecho de que a principios de marzo el gobierno federal hablaba de un crecimiento del Producto Interno Bruto del 5 por ciento, de darse la reforma energética, y que dicha expectativa se haya reducido a un 2 por ciento del PIB al día de ayer, lo que sin duda representa un porcentaje insuficiente para que México destaque como verdadera nación emergente, que a su vez cancelaría la posibilidad de que los jóvenes se conviertan en los generadores de la riqueza que el país requiere.
El prometer que con la aprobación de la reforma energética las tarifas de luz y los precios de la gasolina y el gas bajarán en beneficio de los bolsillos de la mayoría de los mexicanos es un recurso falaz y barato que ya habíamos escuchado cuando se consumó la desaparición por decreto de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro durante el sexenio pasado, que derivó en un incremento en las tarifas eléctricas de más del mil por ciento en promedio y en incrementos paulatinos desde 2009 en los precios de los combustibles que consumen amas de casa y automovilistas.
No le queda a Peña Nieto que se quiera presentar como moderno Robin Hood, justiciero social y paladín de los pobres después de haber permitido durante estos nueve meses de su desgobierno que los precios de los energéticos sigan su curso al alza, cuando en realidad son los mexicanos de menos recursos los que menos le interesan dentro de su propuesta privatizadora energética.
Además de los inversionistas internacionales e incluso nacionales para los que está dedicada esta iniciativa, de aprobarse dicho plan los otros grandes y claros ganadores serán los integrantes del sindicato petrolero, a quienes el presidente prometió respetar sus logros laborales y a quienes no se les tocará ni con el pétalo de una reforma, lo que mantendrá intactos los privilegios alcanzados durante la oscura gestión de Carlos Romero Deschamps.
Al igual que la propuesta panista, la reforma energética de Peña Nieto contiene varias omisiones que sin duda repercutirían en los objetivos marcados a largo plazo, entre ellos el alto costo que representa para la viabilidad de la paraestatal el oneroso sistema de pensiones de Pemex, los altos sueldos de su burocracia y la nula transparencia en las finanzas sindicales. Tampoco hace referencia a la forma en que se combatirá el robo hormiga de hidrocarburos que se hace a través de la ordeña de ductos por parte de grupos del crimen organizado que representan incuantificables pérdidas económicas para la paraestatal y el país.
Sin duda, la referencia que hace el gobierno de Peña Nieto de la figura y de la propuesta de Lázaro Cárdenas en el tema representa una ofensa para la memoria histórica de nuestra nación y sus ciudadanos, pues desde cualquier ángulo que se le quiera ver, las propuestas que incluye la propuesta peñista no tienen ningún perfil nacionalista, pues camina en sentido contrario a las conquistas sociales y económicas históricas de los mexicanos y representa un acto entreguista del mismo nivel que el cometido por Carlos Salinas de Gortari con su política privatizadora, que lo único que consiguió fue desmantelar la planta productiva del país y ahondar la dependencia de nuestro país con varias de las economías del mundo.