Columna política por Rubén I. Pedraza Barrera.-
En todos los actos públicos es común ver la jactancia de la clase gobernante en cuanto a la riqueza que tiene el estado de Michoacán, situación real y con la que coincidimos la mayoría, pues es bien sabido que nuestro estado cuenta con una extensa franja de bosque, diversos lagos y cuencas, una zona litoral rica en biodiversidad, que la cercanía con el estado de México, Guanajuato, Colima, Querétaro, Guerrero y el Distrito Federal lo sitúan en una zona estratégica para el comercio y circulación de mercancías, que el puerto de Lázaro Cárdenas es el primer lugar nacional en cuanto a movimiento de mercancías, además que existe una vasta cultura, gastronomía, zonas arqueológicas, ciudades coloniales y ecosistemas favorables para el desarrollo de la industria turística, estos y muchos atributos hacen de la entidad un abanico de oportunidades y fortalezas.
Estas y muchas bondades más con las que cuenta el estado deben de ser aprovechadas para generar un desarrollo sostenido y progresivo, todo ello con la finalidad de detonar polos de desarrollo en sus diversas regiones y hacer posible ese discurso tan recurrido por la clase política en cuanto la justicia social o la elevación de la calidad de vida de los ciudadanos michoacanos, es decir, consolidar al estado en materia económica, jurídica, política y social, entre otras.
Lo acontecido en el estado durante varias décadas ha frenado la posibilidad de hacer de Michoacán una de las entidades con alto desarrollo, cuestiones principalmente políticas y económicas que han generado retrasos y mermas, por un lado se hace cotidiana la inestabilidad política, siendo el síntoma más claro de ello, la gran cantidad de gobernadores interinos (por cierto todos ellos priistas), las disputas partidarias y la incontrolable protesta de los grupos sociales, además habría que sumarle la insuficiencia presupuestaria que todos los gobiernos han padecido para ejecutar políticas públicas que generen obra, infraestructura y el necesario combate a la pobreza.
Últimamente la inseguridad, la deficiencia educativa, el desempleo, falta de inversión y la disminución de las remesas de los migrantes, han acrecentado significativamente en la percepción de la ciudadanía el recrudecimiento de la crisis por la que atraviesa el estado, la clase política gobernante ya ha perdido credibilidad, la gente ya no cree en los discursos de confrontación de la oposición contra del gobierno ni las estériles justificaciones y descalificaciones del gobierno contra todo, como por ejemplo esa campaña contra la anterior administración en cuanto a la deuda pública, discurso caro y fallido que ha caducado ante la opinión pública.
En estos tiempos nuevamente complejos, marcados por un interinato altamente cuestionado, la inactividad gubernamental, riesgosos estallidos de inseguridad, confrontación entre guardias comunitarias y miembros del crimen organizado, protestas sociales y demás temas adversos.
Es impostergable establecer acuerdos políticos y sociales que saquen a Michoacán del rezago en el que se encuentra, acuerdo donde participen todos los sectores y no sea un acuerdo exclusivo de las cúpulas partidarias; debe ser un acuerdo donde se tejan compromisos mínimos de cómo cumplir con la responsabilidad de sacar adelante al estado y aprovechar la riqueza y potencialidad de Michoacán.
Al estado lo podrán seguir gobernando a la vieja usanza dos o tres sexenios más, formula que lamentablemente ha resultado empobrecedora, empero si no se establecen nuevas formas de vinculación de todos los sectores como el políticos, empresarial, grupos sociales y ciudadanos, literalmente el estado estará devastado y seguramente los poderes facticos serán los más beneficiados y no los ciudadanos que debieran ser el centro de la actividad pública y privada, una realidad amenazante no muy lejana.
Es realmente lamentable que un estado con tanto potencial y riqueza sea de los más pobres del país, que continúe siendo un laboratorio político donde se prueben elección tras elección fórmulas para acaparar el poder político, ya se debe de superar la etapa de “prueba y error”. La principal riqueza de Michoacán definitivamente es su gente y es esta la que deberá de valorar desde ahora el actuar de todos los actores políticos y orientar el buen rumbo que requiere el estado, para no seguir atados a los mismos lastres.