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El tema de los préstamos a las administraciones, independientemente de su nivel, cuando se anuncia sin rubor, es causa de alarma. Morelia, municipio de apenas 729,279 al 2010, presenta serias carencias urbanas. No sólo de trazo con su avasallante expansión de mancha urbana, sino en su calidad de vías de comunicación, plazas, servicios públicos y de actividades en las plazas públicas.
Y, sin más, un nuevo préstamo se anuncia a Banobras, por 800 millones de pesos. Algunos oscuros nos saltan a la luz. En primer lugar se cuestiona el poder de gestión del munícipe ante las autoridades federales y estatales, cuya línea política y partidista es correspondiente. En el caso de hacerla omisa en las participaciones municipales, queda la duda sobre si para el presidente y el propio partido, Morelia y Michoacán son lugares federales sin mayor importancia en su desarrollo.
Por otro lado, para esta pequeña capital un empréstito de 800 mdp no resuelve los problemas de la ciudad. Por lo que la única conclusión posible es que el destino de este dinero seria para subsanar las finanzas de gasto corriente, a propósito del año que viene, esto es, del año previo a las elecciones.
Finalmente, vale preguntar por los programas y proyectos del municipio que al parecer parecen inundar los fondos de los archivos muertos, porque en la superficie no se dejan ver, y no por falta de voluntad, -seguramente-, sino por poco apego a la transparencia, la claridad y rendición de cuentas del Gobierno Municipal.
Pertinente, ante este panorama de autonomía de nuestra democracia representativa municipal, el exhorto que el regidor Miguel Ángel Villegas Soto hace a la ciudadanía para consultarles sobre esta resolución del munícipe para endeudar a la capital michoacana. Decisión de naturaleza prudente y conveniente que apela a la opinión de la ciudadanía sobre una realidad que nos golpearía por años.
