Morelia, Mich. 20 de junio de 2013.- La Orquesta de Cámara de la Universidad Michoacana (OCUM), incluyó dentro de su serie de conciertos quincenales un homenaje al compositor michoacano Paulino Paredes (Tuxpan 1913-Monterrey 1957), misma programación que sirvió para atraer al escenario a una de las principales pianistas radicadas en Michoacán, Ana María Martínez, junto a un director concentrado en el futuro de la música orquestal en México, Roberto Rentería Yrene.
La conjunción de elementos se dio en el Centro Cultural Universitario, en la ciudad de Morelia, la noche de este miércoles a través de obras y compositores poco escuchados en Michoacán, como la Suite Capriol, de Peter Warlock, compositor y crítico musical británico de corta vida en el siglo XX pero con obra suficiente para mantenerlo en el catálogo de creadores musicales obligados gracias a obras como esa suite, misma que rememora las danzas colectivas renacentistas pero que Warlock recrea con la textura de la orquesta moderna, basada en la homofonía, y con la acentuación sincopada de aquellas danzas que el autor logra en la rítmica marcada a las cuerdas graves.
El Concierto para Piano No. 4, BWV 1055, en La Mayor del barroco alemán Johann Sebastian Bach, significó la oportunidad de escuchar de nueva cuenta a Ana María Martínez con una obra escrita originalmente para Clave y perteneciente a ese género por el que la maestra Martínez se ha distinguido, al ser una de las principales revitalizadoras en México de la música para teclado escrita por Bach.
Después del intermedio, la batuta de Rentería Yrene regresó sobre uno de los autores insignes de Michoacán, aunque todavía está en el proceso de que su obra alcance reconocimientos más amplios y merecidos, Paulino Paredes, considerado hoy el puntal del nacionalismo musical mexicano en el territorio de Nuevo León después de cursar estudios en lo que hoy es el Conservatorio de las Rosas, en la ciudad de Morelia.
La obra de Paredes, el Concierto para Violín y Orquesta, fue escrita en 1954 y se estrenó 50 años después en la ciudad de Monterrey al encontrarse el cuaderno de apuntes del compositor.
En la obra se refleja que en plena madurez, Paredes mantenía una preocupación constante en cuanto a lo educativo que ofrece la música, ya que sin restar belleza al discurso musical, se mantiene viva la preocupación de que sea un violinista en proceso de desarrollo, y con retos técnicos aún por dominar, quien la presente al público, trabajo que en este caso recayó en Alfredo Hernández Cadena, instrumentista con escenarios ya recorridos pero que abordó la obra del Michoacano bajo esa perspectiva.
Por último, fue otro compositor extranjero poco recurrido en Michoacán el que cerró la programación diseñada por Rentería, el brasileño Claudio Santoro y su obra camerística Ponteio.
La elección de esa partitura para el programa denota la intención de Roberto Rentería por ampliar el repertorio de los ensambles de cuerdas mexicanos, sobre todo al tomar en cuenta que el grueso de sus esfuerzos se refiere a la dirección de orquestas juveniles y el Ponteio refleja un esfuerzo juvenil de Santoro, ya que se trata de un discurso accesible, en lenguaje tonal, que contrasta con las tendencias experimentales del brasileño.
La obra se aparta de las tendencias experimentales de Claudio Santoto que confluyeron después en el dodecafonismo y que en este caso abarca el lirismo descriptivo de la música programática y que además utiliza estructuras tradicionales, como en el inicio de la obra en que se alude a un rondó de dimensiones amplias.
El próximo concierto de la OCUM se realizará el 2 de julio próximo, para cumplir con la cinta quincenal en el Centro Cultural Universitario.