Por Manuel Lozada.- Ayer una terrible explosión sacudió el centro del Distrito Federal, una de las torres del complejo admnistrativo de PEMEX explotó minutos después de las tres de la tarde de manera violenta, causando graves daños en su estructura, desafortunadamente lo más lamentable de todo, la muerte de hasta el momento 32 personas y muchos heridos, además de que siguen bajo los escombros personal que se encontraban laborando en el momento de la explosión.
Las tareas de rescate desde ayer mismo han sido manejadas por el equipo de seguridad de la paraestatal, personal de la SEDENA, SEMAR, PFP, PGR,Bomberos del DF, los heroicos TOPOS entre otros más.
Esta explosión de gran dimensión, una tragedia que enluta a nuestro país, no ha sido la única desgracia que la paraestatal ha tenido en sus instalaciones administrativas; en el pasado, hace 30 años, el 6 de septiembre de 1982 un incendio devastó el edificio B2 casualmente el mismo de la explosión de ayer, consumiendo las pruebas de uno de los grandes fraudes cometidos contra el patrimonio de la empresa, relacionado con la compra de dos embarcaciones.
Óscar Álvarez, entonces miembro de la dirigencia del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana recordó a los medios el día de ayer en sus declaraciones, cómo fue el incidente de hace 30 años, comentando que hubo una fuerte explosión seguida de un incendio en el edifico B2, el cual alberga documentos y archivos administrativos. En aquel tiempo, el incendio fue para borrar las evidencias respaldadas por miles de documentos de compras, proveeduría y almacenes; el fuego consumió muchísismos documentos, los relacionados con la compra, por parte de la paraestatal (entonces dirigida por Jorge Díaz Serrano), de los barcos Cantarell y Abkatun, una operación que a la postre terminó en un quebranto. Funcionarios involucrados en la operación, entre ellos Efrén Flores Chavarría e Ignacio de León Martínez, huyeron del país y se refugiaron en el Chile gobernado por Augusto Pinochet. En una entrevista publicada por Proceso en enero de 2002, Flores se declaró inocente.
Cuando ocurrió el incendio de 1982 eran los remotos años en que después del auge petrolero México se sumía en una profunda crisis económica y financiera, la de la «década perdida» de los 80 del siglo pasado, Oscar Alvarez terminó su declaración refiriendo que la versión noticiosa e informativa para los medios fué escueta, manejada como un «desafortunado incendio» , sin embargo, dijo Alvarez, fue un incendo provocado para borrar huellas de aquel magno fraude, sucedido por la noche y sin tener víctimas humanas que lamentar.
Ahora bien, amables lectores, no es tanta la importancia en la declaración histórica que refiere Oscar Alvarez, sino como la termina, pues las autoridades han tratado de vertir datos de una posible falla de calderas o maquinarias, a lo que Alvarez tajantemente determina que en donde ocurrió la explosión la tarde de ayer, no hay calderas ni maquinaria alguna, es una zona de «archivo muerto» nada más.
La ciudadanía es más despierta que hace treinta años, en las redes sociales desde ayer mismo circulan opiniones y datos donde externan que esta lamentable tragedia no fue obra de un accidente, tanto así que el director de PEMEX declaró nuevamente hoy en la mañana, que archivos, documentos, computadoras están «a salvo».
Veremos pronto el resultado de las investigaciones por parte de las autoridades qué tan verídicas son, de otro modo, ellos mismos darán la pauta para dudar e inciar una serie de elucubraciones que vendrían a dar elementos para una «supuesta consipiración» en donde «alguien» quiere borrar evidencias de «algo» ahora justamente cuando Enrique Peña Nieto trata de abrir las puertas a la cooperacion del exterior e inversión a petroleras como PETROBRAS.
Esperemos resultados justos y verídicos, si es que el Presidente Peña desea incrementar su popularidad, hacer creer a la gente de sus intensiones como resultados por el bien de la nación.