Por Noemí Avilés.- A pesar de que las cifras de Calderón a su salida nos dicen que hay optimismo en la educación formal, lo cierto es que los reflejos de esta no se trasladan ni observan en la realidad o cotidianidad de los ciudadanos promedio.
Uno de los resultados en donde se pudiera apreciar el nivel educativo de los mexicanos sería en la lectura. Cuando intentamos responder por cuántos y qué tipo de libros se lee en nuestro país, la respuesta es vergonzosa. De ahí que pongamos en duda las alegres cifras en materia educativa calderonezca.
La Encuesta Nacional de Lectura (ENL) 2012, realizada por la Fundacion Mexicana para el Fomento a la Lectura (FunLectura) proyectó que desde 2006 el índice de lectura de los mexicanos se redujo en 10%, mientras que el promedio de libros que se leen en 12 meses por persona, se mantuvo en 2.94.
Cifras nada halagüeñas cuando se extienden con dificultades las ferias de libros. Michoacán no es la excepción. Habría que observar las notas de la secretaria de educación en la entidad para darnos cuenta de que antes de resolver un asunto de lectura se deben atender conflictos como la inserción de los niños al crimen organizado como menudistas. Estos resultados a atender no son precisamente indicadores que alienten a resolver problemas de lectura.
Sin embargo, cuanto antes se resuelva el problema educativo en donde se pondere la lectoescritura, sin duda la realidad se modificaría, no solo en beneficio para las editoriales, sino para la comunidad porque, hasta el cansancio, se ha dicho que un pueblo educado es un pueblo consciente de su realidad y proyecta sus decisiones hacia lo que considera es mejor.
Sin duda esa idea de estar mejor bajo el contexto de precariedad laboral y expectativas de vida, no es otra que este resultado que mucho se fomenta por descuido de la educación, como lo prevemos en esta administración que ha decidido abandonar la gratuidad educativa. Al tiempo los resultados de la falta de educación en la entidad. Al tiempo más violencia.