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Morelia, Mich., 22 de noviembre de 2012.- Desarrolló una serie de reflexiones sobre el desarraigo que semeja la identidad nacional en la época actual cuando se tiene poco aprecio sobre el pasado histórico. Así lo estimó el director de Formación y Educación de la Secretaría de Cultura de Michoacán (Secum), quien argumentó ante la lamentable desaparición de materias como civismo e historia en las escuelas, “Hay una gran ignorancia no sólo de la historia sino de la identidad. Esa es una perversa intención ante todos nosotros, es algo que estamos viviendo todo el tiempo”.
En un diálogo abierto con las personas que acudieron al patio central del Museo del Estado, se dio el intercambio de puntos de vita sobre algunos “aciertos y errores” del movimiento armado. La pintura fue uno de las primeras manifestaciones espirituales de los artistas de aquel primer tercio del siglo XX, igual que la creación de corridos musicales que narraron las batallas y los grandes compositores como Carlos Chaves, Manuel M. Ponce y José Pablo Moncayo. También en la literatura trascendió la novela revolucionaria como fue “Los de abajo” de Mariano Azuela y, como nunca antes, se desarrolló la arqueología y la historia.
Fueron Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles los primeros presidentes revolucionarios quienes “se dieron a la tarea del rescate cultural y espiritual del pueblo sobre las bases del nacionalismo revolucionario, que incluía el reconocimiento a los valores y tradiciones del pueblo llamada Unidad en la Diversidad, donde se incluyó la política indigenista. Como testimonio de esta política, perduran el muralismo y otras manifestaciones artísticas. Pero “muchos pensamos que el impulso de la Revolución se acabó en Tlatelolco 1968-1970, ya lo que siguió fue una caricatura”, expresó.
Sobre la educación nacionalista de los años 20 hasta los 50, habló del surgimiento de la escuela rural mexicanas, “que sigue siendo modelo en el mundo como la escuela integrada a la comunidad y viéndola como de su propiedad”. El concepto de educación popular se preocupaba por el acceso a la cultura y los hacedores de ésta y, aunque no determina un grado específico de enseñanza sino “la cultura general mínima indispensable para ser un pueblo educado”, ayudó a la proliferación de libros, la creación de bibliotecas e impulso a las bellas artes.
El profesor normalista lamentó la pérdida de sentido para reconocer las raíces, la identidad y el conocimiento de los significados de los símbolos patrios. La responsabilidad del México de hoy es recuperar este sentido de identidad, insistió, ante una serie de abusos e ignorancia frente a elementos culturales extranjeros. “La revolución no se hizo para estar como estamos”, reflexionó, los esfuerzos pedagógicos de ese entonces “no se han repetido” de manera positiva.
En esta charla donde se resaltaron algunos aspectos “ignorados” de la Revolución Mexicana, Fernando López Alanís dejó abierta la posibilidad de reflexión para retomar “los aciertos muy grandes que dejó la Revolución, porque vemos que se han aflojado los lazos de identidad que nos unen”. Lamentó que la toma de decisiones en el ámbito educativo siga dándose de manera vertical, “ese es uno de los errores más grandes, tampoco hay una política de convivencia ni de aprovechamiento para la gran extensión de desierto, ni hay una política específica de atención a la juventud”. Tampoco es sano, estimó, “abrir las puertas del poder al clero político”.
