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Por Victor Ardura.-
¿Qué hacer ante la participación ciudadana cuya constante es la queja, la inconformidad? ¿De qué manera se puede equilibrar el poder entre representados y representantes cuyo estatus quo es la violencia y la violación constante de los derechos humanos y constitucionales de las persoúnas?
Preguntas difíciles de responder cuando el margen de acción de los organismos internacionales y nacionales en materia de derechos humanos presentan márgenes estrechos de actuación e influencia hacia las personalidades que ostentan el poder efectivo.
La gran contradicción en México ante el estatus quo de violencia se observa en un interesante trabajo del diario Reforma (Enfoques) en el que se expone el refuerzo en materia legal contrapuesta por la desgarradora realidad de seres humanos vulnerados hasta en sus derechos y necesidades elementales.
Inefable el trabajo que se ha venido realizando por parte de la ciudadanía organizada, y de cierto, por la apertura de las instancias electorales como el IFE o el TEPJF organismos que además de apoyar en las actividades de observación electoral, ampliaron las aportaciones para este ejercicio.
El resultado subjetivo de los observadores es lo mismo que otros años. Sin embargo sus investigaciones y resultados nos dicen algo que no se toma en cuenta y que no tiene nada que ver con la igualdad del estatus quo: la variedad y maroma que las prácticas para ganar la contienda han evolucionado. Desafortunadamente los resultados no benefician a los ciudadanos, al contrario.
Pero vale la pena detectar que la participación ciudadana cada día se fortalece más, no sólo al ganar espacios de extorsión, sino al avanzar en análisis, metodología en investigación en la observación, precedente de algo mayor en los comicios que vienen. Y eso ya es ganancia.
Desapariciones de periodistas, abiertos, siempre abiertos
Ya que hablamos de observadores, es menester recordar que la carpeta de periodistas desaparecidos sigue abierta, sin seguimiento, y sin soluciones. Encordar así a varios compañeros que han quedado en la raya, y como ellos, activistas sociales y todos aquellos que resultan desagradable por alguna razón a quien los toma.
Hoy se cumplen, por ejemplo, tres años de la desaparición de la compañera María Esther Aguilar Cansimbe, de la que aún nada se sabe. Las pesquisas de la Procuraduría General de Justicia del Estado continúa abierta, sin respuesta a los medios y a los familiares.
Y como ella, otros tantos compañeros con expediente, investigaciones continuas, pero sin hallazgos. Nada para los familiares, y pocas expectativas para los del gremio en materia de seguridad laboral.
