(22-10-12)
La ley federal del trabajo, que aún está en proceso de aprobación, tiene bastantes pendientes y aristas que la hacen cuestionable. Por una parte la secretaria del trabajo y previsión social nos dice que de no ser aprobada, iría en aumento la producción informal y con ello la falta de seguridad social y las prestaciones, con la negación de ocupación a las nuevas generación que hoy se preparan.
Al mismo tiempo nos dicen que de aprobarse la reforma, el panorama cambiaría para bien general, esto es, se vería refleja en la oportunidad para cientos de miles de jóvenes a egresar de los diferentes sistemas educativos del país, al permitirles acceder a un empleo formal y adquirir experiencia profesional.
La ley instructiva hasta el momento señala estos mismos asuntos: el acceso a un trabajo digno donde el trabajador se incorpore a la seguridad social y prevea su retiro mediante el ahorro correspondiente, con bajos intereses por cierto.
Sin embargo, los problemas nodales no se tocan, no ya la transparencia de los sindicatos ni nada que incomode a Deschamps o Gordillo, no. Los asuntos de fondo son los que procurarían el reajuste económico necesario para que las medianas y pequeñas empresas tengan acceso a facilidades de financiamiento y seguridad, en más amplio sentido del término, no debemos olvidar que los impuestos del estado y los extraoficiales se comen al pequeño empresario.
Esto es lo que se debe analizar en una reforma laboral donde la mayoría salga ganando y se enfatice la posibilidad de generar trabajo para los más. Estos son los asuntos importantes, los que deben ser analizados.
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