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Morelia, Mich. 16 de octubre de 2012.- La Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH) llegó a su aniversario número 95 con el tradicional concierto de gala que conmemora su vida activa en la rutina intelectual del país. El programa diseñado para la noche de este lunes abrió con una obra de Manuel Enríquez, legendario y reciente compositor mexicano que en buena medida abrevó de la cultura michoacana al depurar su estilo artístico.
El Secretario de Difusión Cultural y Extensión Universitaria, Teodoro Barajas Rodríguez, fue el encargado de dar la bienvenida al público que acudió a la gala fuera del programa habitual de la Orquesta de Cámara de la Universidad Michoacana (OCUM), al hacer referencia al contraste que existió entre “un día difícil en la ciudad” con la tranquilidad que ofrece el arte musical como celebración nicoalita:
“Qué mejor que concluir un día difícil en la ciudad con algo que nos lleva a sosegarnos y sensibilizarnos como es la música. Probado está que la música incide e influye en las reacciones, y precisamente por esa razón hoy estamos congregados aquí para escuchar el sonido que forma música y que nos arraiga a todos nosotros, como un símbolo bello y de buena voluntad de esta expresión universal que trasciende el lenguaje”.
Acto seguido, se dio paso al director titular del ensamble camerístico universitario, Mario Rodríguez Taboada, y la obra de Manuel Enríquez, Música incidental para orquesta de cuerdas, una obra de motivos pequeños dividida en cuatro movimientos.
La pequeña duración de las partes que componen la obra de Enríquez se explica en que esa es precisamente la característica de la música programática, ya que está diseñada para acompañar un movimiento escénico en el que el arte sonoro toma la parte de narrador descriptivo, a lo que se une el hecho de que Manuel Enríquez fue un compositor de tendencia minimalista.
El resto del programa se llenó con el Concierto en Re Mayor para violonchelo, de Franz Joseph Haydn y con la participación de la joven solista mexicana Karla Eugenia Pineda, para concluir con el Concierto para clarinete y orquesta, de Wolfgang Amadeus Mozart, en la que se encargó el papel solista a Alfredo Valdés-Brito.
