Es difícil imaginar un pensamiento creativo en la política mexicana, una postura que convenga y beneficie a los mexicanos. Más aún cuando se trata del tricolor en el poder y un Peña Nieto con el aviso en acción de la venta de petróleos mexicanos.
Prueba de ello es el camino de la privatización viento en popa, y no sólo hablo de PEMEX sino de todo lo que el estado debe administrar más que sólo regular. Es claro que la postura neoliberal en la que el estado se desprende de la administración, no se eliminó de la mira priista, antes bien estos doce años de gobierno panista tuvieron el tiempo suficiente para perfeccionar el modelo económico sin mayores presiones. Y sucederá.
Nadie pudimos revertir las elecciones en las que se entregaron evidencias de mayor peso que las fotografías con las que la PGR da por sentado el deceso de el Lazca. Por otro lado, para nadie es ajeno el obeso y gordo número de burócratas federales que no remedian mayor cosa en la tramitología y problemas sociales que nos aquejan a los mexicanos a lo largo y ancho de nuestro país, a pesar de las setenta y un mil ochocientos treinta y ocho plazas.
Con todo, no viene mal, al contrario, la lucha de los partidarios de una democracia y ejercicio político administrativos, estadistas, como lo viene proponiendo el PRD a través de sus diferentes personajes que son los que hasta ahora han salido a la luz pública a declarar su postura de rechazo ante medidas que sólo desprenden de responsabilidad al ejecutivo y su, seguramente, grosso equipo de trabajo.
Por lo que las expectativas para los mexicanos son claras en un mundo en el que la oportunidad de trabajo, ya ni siquiera toquemos el tema del desarrollo personal e individual, mermará no sólo para contar con al posibilidad de un ingreso suficiente, sino de preparación siempre que no aspire a profesiones que nada tendrán que ver con la técnica y la mecanización de sus brazos o manos.
El futuro de manufactura, en el mejor de los escenarios,se avista en el horizonte al vivir el descenso en la currícula educativa y en la negativa de las instancias del fomento a la cultura cuando se confunde alfabetización con estímulo a la lectura.
También, lo que resulta evidente en el horizonte mexicano es que nuestro país será otro a partir de la toma del poder del tricolor; a quien necesariamente no se debe odiar ni amar, pero sí respetar, algo que dista de los afectos de los mexicanos conscientes.
Articulista: Noemí Avilés