Por Víctor Ardura.-
La izquierda en México tuvo una renuncia, pero también una alternativa. En el tiempo de campaña, Andrés Manuel López Obrador arreo consigo al partido de la Revolución Democrática, al PT y al Movimiento Ciudadano o antiguo Convergencia.
Pero esta agrupación de partidos de izquierda quedaba aparte del Movimiento de Regeneración Nacional, tan distante que los mismos organizadores del movimiento crearon un muy efectivo organismo de ganar adeptos a la causa.
Recuerdo la boleta sumamente eficaz, que instaba a los votantes a inscribir a cinco simpatizantes de la causa como forma de anhelo real en un partido.
El movimiento fue natural y pudo captar mucha gente, a votantes que aun estaban distantes del voto. De hecho fue real el compromiso con la gente al grado de convertirse en promotores del voto.
Esta separación de López Obrador anunciada de manera correcta, al anteponer la amistad a un posible rompimiento negativo, tuvo a bien formar un partido que se incorpora al grupo de las izquierdas.
Veamos: el partido de la Revolución Democrática es un partido apegado a la causa, tan lleno de grupos que capta a la militancia, que en realidad en lugar de crecer han disminuido como fuerza política.
Es decir, el PRD es un partido fuerte pero que cada día disminuye más por la ausencia de entendimiento entre fracciones perredistas. Basta recordar los sucedido en las pasadas elecciones a gobernador en Michoacán.
Los otros dos partidos son grupúsculos de poca atención. El PT trabaja arduamente en conseguir un número superior al mínimo solicitado por las autoridades electorales y continuar vivo, y lo mismo sucede con el Movimiento Ciudadano.
Son agrupaciones que buscan en cada elección sobrevivir a la posibilidad real de perder su inscripción.
López Obrador viendo este diagrama tan exacto, y el número de gente que realmente invoca, decidió convertir a su movimiento en una fuerza auténtica, una que busque hacer posible su fuerza, sus propuestas.
Falta ver lo que ha provocado el simple anuncio hecho por el excandidato presidencial. Se han dado de muestras de apoyo, de seguimiento sensible y autónomo de lo que sucede, hasta la contraparte, la fría crítica de lo que sucede con el candidato y su movimiento que busca apostar.
Por lo pronto es muy probable que Andrés Manuel no busque desfasarse de su movimiento y busque la alteración masiva de sus votos. Ha cambiado su forma de ser, de razonar, y ahora apuesta a todas luces por crear un partido que se a de enorme fuerza y que encuentre, en la próxima elección, ser el líder natural para los próximos partidos.
Es realmente notable el paso que dio el tabasqueño, y sobre todo la función que deja en estas elecciones que, a todas luces, ya no podrán gobernar como el PRI lo hacía hace dos sexenios.