(29-08-12) El presidente Felipe Calderón dio hoy por la mañana un acceso de vero similitud en un acto público. Dijo, palabras más o menos, ante la presencia del embajador norteamericano en nuestro país, que la PGR había cumplido con su deber al detener a ocho policías nacionales ante el ataque que propició que dos norteamericanos, no se sabe si de la CIA o de la DEA, fueran heridos en nuestro país.
Calderón Hinojosa utilizó la táctica de disuadir las malas costumbres de la policía federal. Pero en esta ocasión, frente al embajador norteamericano se mostró particularmente enérgico y no dudó en exponer ante el diplomático la mejor salida: serán investigados con todas las de la ley.
Por la mañana fue la nota principal de los diarios. Felipe Calderón habló con voz fuerte, decidida, como diciendo: las cosas no se van a quedar así. Para quien escucha al presidente, lo oye por lo menos diez veces más meses atrás. Su publicidad, ante los meses que le quedan por gobernar, es extraordinariamente ostentosa.
Ante esta oleada de presunción, un dato como el sucedido, con funcionarios heridos, pone en entredicho la credibilidad de su presencia. Imposible saber o había conflicto entre los dos grupos, entre los marinos y los policías. Si los segundos actuaron conforme a una situación pagada o fue un error que provocó el enfrentamiento entre la marina y ellos.
Por lo pronto para el presidente son culpables, y lo peor de ser responsables de un error que puso en tela de juicio a los funcionarios norteamericanos. Por cierto, ¿quiénes son?