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Museion a la chilanga


Por Jimena Quintana;

Hace unos cuantos ayeres, en la antigua Grecia, existía un templo denominado museion que estaba dedicado a las musas –hijas de la memoria y diosas del arte, la ciencia y la historia- . En ese recinto se tenía la biblioteca de Alejandría y era un espacio de investigación, discusión y conocimiento. El capitolio romano tuvo su  Antiquarium, fundado por el papa Sixto IV en 1471, que fue un museo de antigüedades abierto al público. Ya en el Renacimiento, época de las grandes inquietudes por conocer el mundo que nos rodea, se crean los studiolos, las gallerías y los gabinettos que buscaban ser lugares de observación, estudio, ordenamiento y colección para poder encontrar esas respuestas sobre el hombre y el cosmos.

Para el siglo XV aparecen las wonderkammer que albergaban las grandes rarezas naturales de un mundo que se encontraba descubriendo constantemente las regiones más aparatadas y más contrastantes a su entorno inmediato. Las kunstkammer eran pequeñas cámaras en dónde se recopilaban las obras de arte, pero producidas por el hombre. Es a finales del siglo XVIII que las grandes colecciones empiezan a tener sus elementos esenciales: colecciones y la visita del público. Aparecen los museos como el Louvre en París o el Uffizi en Florencia que mantienen el mismo concepto, al menos hasta la segunda mitad del siglo XX.  América Latina aporta un elemento novedoso, pero sobre todo, integral y social. A los latinos no nos gusta la idea del museo aburrido y con monólogos, preferimos los espacios vivos y activos. El concepto Latino es un museo que lleve a cabo la función de investigar, ordenar, exhibir y difundir el patrimonio cultural. 

Cada país, cada gran ciudad tiene un museo dónde exhibe al mundo su patrimonio, su cultura, su aporte al mundo. México no es la excepción a esa regla; es más, su capital cuenta con el mayor número de museos en el mundo. El Distrito Federal cuenta con museos interactivos y con una diversidad enorme de temas. Tenemos el museo del Tequila, de la mujer, de la caricatura, etc. temas novedosos de relativamente reciente apertura. Entre los museos que dan muestra de nuestro maravilloso aporte encontramos al de Antropología e Historia, San Ildefonso de la UNAM, y el Palacio de Bellas Artes.

La visita al museo de Antropología es casi obligada en los estudiantes de primaria. Esa visita puede ser como tarea de fin de semana, o bien, como una de las excursiones que planean los profesores para ampliar los temas vistos en clase. La bienvenida al museo te la da una escultura del dios Tláloc que en piedra negra se impone en la entrada. Al llegar al patio del museo no puedes dejar de maravillarte con esa torre fuente que te hace sentir ínfimo. Recorrer el museo no es cosa fácil, pues son varias las salas y cada una de ellas presenta varias culturas prehispánicas. Pero el museo no se queda ahí, también ha dispuesto un espacio para las exposiciones que otros países, en reciprocidad, nos prestan para poder dar un pequeño viaje a otra cultura sin salir de tu casa. Esta temporada se exhibe  en la sala temporal la exposición: Samuráis.

El Antiguo Colegio de San Ildefonso es un edificio colonial que fue otorgado a la Universidad y que en un tiempo fueron las instalaciones de la Escuela Nacional Preparatoria. Ahora, la UNAM, busca exhibir distintas tendencias artísticas e invita a diversos artistas a presentar su obra. La lengua de Ernesto es la propuesta de un artista brasileño, Ernesto Neto, que busca darnos un viaje a través de nuestros sentidos. En uno de los patios principales, un enjambre de pelotas apresadas en redes, te invita a acostarte para poder sentirlas en todo tu cuerpo mientras observas a más de ellas en el techo formando una especie de gotas colgantes, conectadas con la base en la que tú estás recostado. Al interior podrás oler, tocar o palpar no sin la debida precaución y vigilancia constante de los guardias del museo.

Y el Palacio de Bellas Artes, que es de por sí uno de los recintos más exquisitos que tenemos en la capital, alberga los murales de Diego Rivera, Rufino Tamayo y otros muralistas. En sus salas puedes ir a escuchar ópera, ver el Ballet de Amalia Hernández o visitar el museo nacional de arquitectura ubicado en el último piso del Palacio. Pero también exhiben corrientes artísticas internacionales. Edvard Munch es el deleite que hasta septiembre podrás conocer en Bellas Artes. La salas dispuestas a él son muy obscuras, pues hay que ambientar al visitante en los temas tan fríos y angustiosos que le inquietaban a Munch. La primera parte exhibe unos cuantos grabados y cuadros importantes, así como información del autor para contextualizar a cada una de las piezas. La segunda sala es la más dinámica, la más divertida y la más propositiva en términos de museografía. Alrededor de la sala se dibuja una línea del tiempo con los acontecimientos más relevantes del autor, pero en las paredes hay televisores con fragmentos de programas biográficos de Munch que puedes escuchar con unos audífonos para que no interfieras con las demás actividades. Al centro hay una mesa con diversos libros de arte que tienen como tema principal a este personaje para que consultes sus obras y su vida. Al fondo, y final de la exhibición, puedes sentarte o acostarte -según sea más cómodo para ti- y disfrutar  de una película inglesa en blanco y negro que se realizó a manera de biografía de Munch.

Los museos están en constante cambio. Han adoptado una función social y echan mano de todas las herramientas de aprendizaje al alcance. No importa cuáles son tus intereses, siempre vas a encontrar un museo al cuál podrás acudir para divertirte y para aprender. Los esfuerzos de museólogos y museógrafos han surtido efecto en esta gran ciudad, cada vez hay más visitantes a las distintas exposiciones y se puede sacar más jugo. Ya no ves a niños copiando en su cuaderno las cédulas de las exhibiciones, ya ves niños abriendo los ojos al ver una espada samurái o un castillo samurái. Casi todos los museos son de entrada libre algún día de la semana, así que no hay pretexto para no ir. Los museos, en su mayoría, cuestan al Estado y pocas veces se recauda la inversión inicial, pero ese no es el objetivo principal, el objetivo es que sean visitados, admirados, reflexionados, difundidos. Si usted visita la ciudad, o vive en ella, le recomiendo ampliamente uno de los tantos museos que tenemos en la ciudad, pues ahora más que de palacios la capital es ahora una ciudad de museos.

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