Morelia, Mich., 15 de agosto del 2012.- La gráfica a través de tres generaciones, su tradición heredada a través de la enseñanza de grandes maestros michoacanos y sus estilos peculiares en cada ejecutante, fueron los temas abordados durante la plática “Gráfica, tradición y actualidad”, enmarcada en el ciclo de charlas “Diálogos intergeneracionales” donde participaron Carolina Ortega Sánchez, Francisco Rodríguez Oñate y Mizraím Cárdenas Hernández ante el público reunido en la planta alta del Museo de Arte Contemporáneo “Alfredo Zalce” (MACAZ).
En conjunto, desde su esencia de grabadores en activo y como transmisores del oficio, hicieron un llamado al respeto por la gráfica como una vía de comunicación artística para denunciar los fenómenos sociales y hoy, en el entorno contemporáneo, enfocarse hacia un rescate de la sensibilización del ser humano ante su realidad.
“La gráfica es un oficio muy respetado, pero va cambiando con el paso del tiempo, puede combinarse con las técnicas nuevas y eso le permite seguir viva”, apuntó Carolina Ortega, representante de una generación de artistas jóvenes, mientras relató su experiencia en los talleres de su época, uno ubicado en la Biblioteca Central “Fco. J. Múgica” y, otro en la Escuela Popular de Bellas Artes (EPB) donde se desempeñó como alumna.
“En ese entonces la gráfica era muy pacífica, sin apoyos materiales ni para su difusión, fue toda una novedad el taller de gráfica y litografía y llegaron artistas que hacían trabajos no tan tradicionales”, como el caso de Artemio Rodríguez de quien reconoció recibió una marcada influencia.
Indudablemente la presencia del artista michoacano Alfredo Zalce en el Taller de Gráfica Popular estimuló durante décadas a muchos pupilos, reconoció Francisco Rodríguez Oñate, “su influencia fue muy fuerte para desarrollar la sensibilidad y el oficio del arte gráfico” en todos los artistas del siglo XX. “La gráfica es el arma del arte más poderosa que ha tenido México, más que los murales. El grabado es actual, vigente, es el lenguaje más hermoso que han encontrado los grabadores para expresarse”.
Al respecto, Mizraím Cárdenas enfatizó la labor del maestro Zalce como promotor de otros talleres ubicados en el interior del estado y su pasión por seguir capacitando nuevos valores en sus últimos años de vida. “El grabado es algo que no se descubre tan fácil, debe irse conociendo y enamorarse de él”, comentó en la mesa de diálogo.
Además de verter sus reflexiones, de manera interactiva los ponentes compartieron con los asistentes sus gustos particulares por los distintos estilos gráficos en su quehacer profesional. “A mí me gusta retomar los temas de tradiciones populares, soy figurativo, trabajo sobre apuntes y soy grabador de relieve, aunque me gustan también las xilopinturas, pero prefiero no utilizar ácidos”, reconoció Rodríguez.
Ortega destacó su predilección por combinar lo figurativo y lo abstracto en sus obras, “me meto a trabajar con ácidos para generar texturas y efectos, uso solventes como medios alternativos, combino gráfica con textil, o con pintura, y hago paisajes, pero éstos ya no son aquellos de años atrás sino es un imaginario de lo que ya no existe, son paisajes simulados”, una cierta forma de denuncia, expresó.
Cárdenas refirió el abanico de técnicas que existen actualmente en la gráfica contemporánea y su gusto por trabajarlas de manera directa o indirecta. “Yo empecé con un linoleum y tuve que aprender a trabajar con herramientas bien afiladas, hacer incisiones precisas y, sólo así, pasar después a la xilografía y luego a la litografía con ácido”.
A manera de conclusiones, los tres artistas coincidieron en que a pesar de la tendencia actual para utilizar nuevas posibilidades en la gráfica, no puede llamarse grabador a alguien que nunca haya hecho una litografía o un linóleum. El grabado, insistieron, se acerca más a la personalidad de su autor, por lo que la tradición manual conserva el valor de la participación directa del artista sobre una placa. En Michoacán, finalizaron, hoy se está redescubriendo y revalorando la gráfica local.