C.U.

Por Jimena Quintana.- 

Al sur de la ciudad de México se encuentra el campus más grande de la Universidad Nacional Autónoma de México que es denominado Ciudad Universitaria (C.U.). Antes de que existiera CU las facultades de la UNAM estaban dispersas en diferentes edificios del centro histórico de la capital, dificultando el intercambio disciplinario de las distintas áreas académicas universitarias. En 1943 el gobierno del entonces Presidente de la República Manuel Ávila Camacho expropió los terrenos del Pedregal de San Ángel ubicados al sur de la ciudad. Su sucesor en la presidencia, Miguel Alemán Valdéz, otorgó a la universidad dichos terrenos con el fin de crear un nuevo campus. Se convocó a concurso para seleccionar el mejor proyecto que diera origen a la magnífica Ciudad Universitaria. Participaron la Escuela Nacional de Arquitectura, el Colegio de Arquitectos de México y la Sociedad de Arquitectos Mexicanos, resultando ganadores dos estudiantes de la propia casa. No imagino quién pudiera ser más pertinente que uno mismo para construir y decorar el hogar propio. Para 1954 se inauguró este espacio en el Pedregal de San Ángel, justo a las afueras de la Ciudad de México.  CU está conformado en circuitos que a su vez forman un gran circuito llamado súper manzana mayor. En un inicio se pensaba que los tres circuitos se dividieran en tres áreas: la Zona Escolar, los campos deportivos y la tercera, justo frente a rectoría, del otro lado de insurgentes, el Estadio Olímpico Universitario.

Los tradicionales encuentros de futbol americano entre los pumas de la universidad y los burros blancos del politécnico, ambos equipos de las dos instituciones educativas más importantes de nuestro país en la actualidad,  eran acontecimientos de gran importancia para los jóvenes capitalinos. Algunas películas mexicanas de los años 50’s y 60’s dan cuenta de cómo pertenecer a la UNAM o al IPN era un orgullo que había que demostrar incluso a la cancha. Las porras de ambos equipos se convirtieron en himnos que había que cantar con gran entusiasmo en los encuentros para animar a tu equipo y advertir al contrario. “Y a mí me gusta el pimpiririmpimpim, de la universidad, pararampampam, con el pimpiririmpimpim con el pararampampam ¡Qué viva siempre pumas y universidad, y universidad!”-Me cantaba mi padre, egresado universitario, a manera de canción infantil. El Estadio ha sido sede de los juegos Olímpicos de México ’68, el Mundial de Fútbol de 1986, los Panamericanos de 1955 y 1975, el Campeonato Panamericano de Fútbol de 1956, los Juegos Centroamericanos y del Caribe de 1954 y 1991, entre otros.

De 1954 a la fecha Ciudad Universitaria, y en general la zona sur, ha sufrido un cambio radical. Lo que antes eran las afueras de la ciudad ahora está repleto de zonas residenciales, hospitales, bancos, zonas culturales, etc. Ciudad Universitaria sigue abriendo sus puertas al pueblo de México con sus aportaciones científicas, culturales y deportivas. Ofrece su Museo de las ciencias (Universum), su Hemeroteca, su jardín botánico, resguarda la zona ecológica del pedregal, ofrece conciertos y espectáculos de danza en su zona cultural, además de formar a millones de profesionistas.

El pasado 6 de agosto comenzaron las clases en CU. Desde muy temprano la gente comienza a llegar, tanto universitarios como académicos y el personal administrativo. Si entras desde el metro universidad puedes desplazarte rápidamente tomando alguna de las 11 rutas de pumabús que dan servicio completamente gratuito.  En las entradas principales de las facultades se observan carteles que dan la bienvenida al nuevo ciclo escolar; cada una de los colegios decide a quién dirigirlo, puede ser a los alumnos de nuevo ingreso o bien a todas la comunidad estudiantil. El sol comienza a asomarse y observarlo desde la rectoría, con los murales de Siqueiros y la Biblioteca Central de lado izquierdo, es simplemente un gran espectáculo.  Las clases comienzan dese temprano y todo el campus se llena de gente que corre de aquí para allá procurando no llegar tarde a la primera clase. Algunos hacen hasta más de tres horas de su casa al campus, y llegan puntuales a clase de las 7 u 8 de la mañana. Entrar a la UNAM no es cosa fácil. Éste año hubo más de 191 mil aspirantes de los cuales sólo se admitieron un poco más de 17 mil 500. Estar en la UNAM no sólo es un orgullo, es también un privilegio y claro, una responsabilidad.

“La Ciudad Universitaria de México no es ostentación de pueblo rico, ni alarde de nación poderosa. Muy por el contrario, es un esfuerzo de pueblo que combate a la miseria todavía, y de nación que no se gloría de su fuerza. Sorprender entonces la razón de tamaña grandiosidad. Pero si tenemos conciencia de que aquí han de habitar nobles estímulos, profunda devoción y consagración íntegra a la superación humana poco nos parecer lo que, de sacrificio del país, estas construcciones significan. Ningún ideal nos parece tan digno de nuestros tiempos, y ninguno tan prometedor de salvación para la cultura, como éste a que dedicamos estas obras materiales: la dignidad del género humano parejamente disfrutada sin distingos de raza, de creencias ni de origen nacional.”-escribía el presidente de la República Miguel Alemán Valdés.

El país sigue siendo una nación que combate la miseria. La UNAM sigue siendo una de las herramientas principales con las que se combate, es por eso, ahora más que nunca, que “Por mi raza hablará el espíritu”.

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