Para muchas y muchos el triunfo electoral del PRI implica una restauración antidemocrática. Y tienen razón. Para los priistas es el regreso al poder omnímodo, sin límites, ahí sí se equivocan, principalmente los cachorros del cretácico, hay mucha más realidad en los dinosaurios consolidados, no por nada han logrado sobrevivir hasta hoy; para algunos otros, como Jorge G. Castañeda es el resultado natural de la alternancia (?) democrática (?).
Peña Nieto y sus priistas tenían al alcance una gran oportunidad, que dilapidaron, pero no en sentido estricto han desperdiciado del todo. Peña Nieto es el primer Presidente electo del PRI que no fue elegido por su antecesor, si bien sí por los factores reales de poder, la tradición del dedazo presidencial quedó rebasada, y en seis años veremos que no necesariamente él podrá “restaurarla”. Sin embargo, cayeron en la tentación antidemocrática, operaron a lo priista: compraron millones de conciencias, coaccionaron a otras tantas, vendieron el alma a los medios más importantes y conservadores, además de las miles de tarjetas con dinero electrónico que fueron entregadas a cambio del voto antes y durante la jornada electoral; hasta una tienda como Soriana fue implicada, señalada por diversos medios como la beneficiaria de más de 5 mil millones de pesos en licitaciones de despensas de gobiernos estatales y ayuntamientos priistas en los últimos tres años, incluido, por supuesto, Michoacán.
En el primer trimestre de 2012 nueve estados suscribieron contratos con Soriana por 2 mil 200 millones de pesos, lo que divididos entre despensas de 300 pesos cada una daría 7 millones 33 mil despensas, lo que representa más del doble de la diferencia en la elección entre el primer y segundo lugar.
Peña Nieto un amante de la forma y un exigente de la pleitesía, -de la cuál además es un creyente-, dilapido el bono democrático, hasta los que se apresuraron a reconocerlo, (Josefina y Felipe) terminaron por referirse a los escándalos de la elección y al sorianagate, bono democrático, por cierto, que no sabíamos en que iba a ser canjeado, es evidente que el planteamiento sólo era la restauración de la vieja clase política, sus lastres, sus formas y sus fondos, así son irremediablemente.
Además, de que vemos con esperanza de que la decadencia de las instituciones electorales mexicanas no sea total, vemos un país distinto, nada se ha restaurado; del 98 a la fecha el Estado Mexicano ha ratificado cerca de 16 convenciones internacionales en materia de derechos humanos, entre otros los de los derechos de las mujeres, de las niñas y niños, de LBGTII. El avance en materia de acceso a la información es innegable, y muchas instituciones se han fortalecido, son autónomas, la misma Corte tendrá una conformación no alineada al Presidente, de acuerdo al origen de su propuesta, y no hay que restarle méritos, al mismo Peña, sin él, sin lo burdo de esta elección, sin la injusticia y la complacencia no hubiera sido posible la “primavera mexicana” como la llaman en Europa al despertar y organización de las y los jóvenes mexicanos.
Peña y su forma servil que disfraza el fondo autoritario, su imagen de rockstar tecnocrático que encubre Atenco y su intolerancia, sus viejas maneras de hacer política que presenta como nuevas y que esconden su falta de ideas y discurso; a pesar de ello, nada se ha restaurado, las y los libres tendremos nuestra oportunidad y estamos en pie de lucha.
Articulista: Cristina Portillo