(18-o7-12) Me siento desnuda, me dijo una colaboradora después de conocer no solamente elemento sin los equipos que ha comprado la Secretaría de la Defensa Nacional y simple y sencillamente se puede decir que el Ejército ha apostado por equipo de espionaje de alta sofisticación.
El Universal, pero más que nada Carmen Aristegui nos ofreció a sus oyentes y lectores esta enorme aberración que nos dice, nos guste o no, que el Ejército mexicano ha apostado por equipo de espionaje de altos vuelos. Y al decir altos vuelos escribí telecomunicaciones de primer nivel.
Desde el 25 de marzo de 2011, hasta terminar en una curta etapa del 2012, es decir hace unos cuantos días, el Ejército Mexicano ha comprado un sistema de designadores electromagméticos de señales satelitales de telefonía celular, un sistema procesador electromagnético, (un software capaz de realizar la extracción de mensajes de texto y multimedia, listas de contactos, registros de agenda, monitoreo de e-mail, intercepción de voz, intervención de audio ambiental, monitoreo de sala vía activación del micrófono, captura de imágenes), y equipos para la segunda y tercera fase del sistema de inteligencia regional para incrementar las capacidades de las S2.
Aristegui nos ofrece un panorama que no ha negado el sistema de la Defensa Nacional. Independientemente de lo que menciona la periodista, es indispensable conocer las nuevas facultades que asume el estado. Nos preguntamos en primer lugar, si esa es la función de Ejército, elegir por cuenta propia nuevos causes no de investigación sino de rastreo.
¿Es que el Estado, sus habitantes, están obligados a tener como aceptación este tipo de observación? Sabemos que el Ejército debe tener un punto de apoyo sobre las cosas que confirman el Estado mexicano, ¿Pero no seria provechoso que compras y actuaciones de este tipo fueran autorizados no solo por el Gobierno sino por las fuerzas políticas que integran la nación?
La libertad de prensa implica llegar a estos estaremos, alertar a la ciudadanía, dar a conocer lo que el Estado ha revirado o complementado a favor suyo. Felipe Calderón Hinojosa nos deja una vez más con una deuda de enormes proporciones. ¿Qué es lo que sucederá de hoy en adelante? Seguramente una cimbra en el sistema político mexicano.
Artículo de Víctor Ardura