Por Noemí Avilés.-
La izquierda hoy más que nunca cobra un sentido de rechazo ante una acción ilegal y antidemocrática, esto es ante el acostumbrado fraude mediante la compra de votos y la alteración de actas en algunas partes del país.
Es indispensable que el órgano de justicia sea el aparato que ejerza dicha virtud, que la Unidad de Fiscalización del IFE no se quede atorado en la creación de un espejismo en donde se anuncia la resolución de 23 de las 63 denuncias recibidas o hable de la investigación de 40 procedimientos maquillando con tiempo esto es, anunciando que actuará conforme a los plazos y disposiciones establecidos, en un ejercicio de preparación para el olvido denlos mexicanos.
Ante esta situación de acostumbrada corrupción es donde se anuncia la fuerza de una nueva izquierda que traspasa la representación de un partido político, hoy la ciudadanía toma su parte de participación y exige justicia.
Pertinente y conveniente para la sanidad de la democracia las autoridades correspondientes, el Trife, la Fepade y el Instituto Federal Electoral realice su papel: vigilar, supervisar y fiscalizar los recursos de los partidos políticos de manera sistemática y permanente, a través de diversas acciones imparciales.
Simulacro de democracia
Se nos dice que en lo que va de 2012, la Unidad de Fiscalización del IFE ha resuelto 23 de las 63 denuncias recibidas, además de que indaga y prepara la resolución de los restantes 40 procedimientos, conforme a los plazos y disposiciones establecidos.
Hasta ahora el Instituto Federal Electoral confirma la vigilancia, supervisión, y fiscalización de los partidos políticos, aunque en los medios de comunicación se le sigue dando peso a la guerra sucia contra Andrés Manuel López Obrador y los gastos del Movimiento Regeneración nacional.
Por supuesto que debemos vigilar ese procedimiento, no acotar la responsabilidad de nuevo a la vieja idea de que otro apaga mi trabajo y se responsabilice del país. Es menester que ala ciudadanía estemos pendientes de la revisión de informes financieros, de las auditorías o la atención y resolución de quejas o denuncias sobre el uso y origen de los recursos de los partidos políticos, en especial atención al PRI, partido del que senda documentado con suficiencia el uso de convenios con Soriana y ahora con Ahorrera en un ejercicio corrupto de compra de votos.
Peligroso por cuanto representa el retorno de la corrupción en un sentido mayúsculo, no solo por el hecho de aceptar una tarjeta y cumplir con su palabra, sino porque en la cotidianidad se acepta con ello un estado de cosas que dirigen nuestra conducta en pos de la corrupción. De ahí que se sea cómplice de la tergiversación y el retroceso de la democracia que se construía, en la que se avanzaba.
Aunque se nos diga que existen 40 procedimientos que aún no concluyen, y 25 fueron interpuestos contra el Partido Revolucionario Institucional (PRI) o a la coalición Compromiso por México, la realidad bis rebasa y avisa que el órgano electoral fallara en contra denlo que es su razón de ser: justicia ciudadana.