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Silencio, palabra y acción

Por Noemí Avilés.-

El silencio es ante todo conveniente en estos días de guardar, por lo menos para los candidatos porque en lo tocante a los ciudadanos estos son días en que el razonamiento es indispensable para fortalecer la decisión y el habla o dialogo entre vecinos o familia es indispensable. Y habría que recordar lo que hemos pasado para alcanzar el derecho al sufragio. Con independencia de lo breve del voto femenino, lo que se tuvo que vivir para alcanzar el poco poder con el que ahora  contamos la ciudadanía al elegir representantes, no ha sido poca cosa.

Comenzar por reconocer el sentido de ‘ciudadano’ que se ha transformado históricamente. Conveniente es hablar de los griegos clásicos para quienes los requisitos demandaban pertenecer a la aristocracia, contar con educación y ser reconocidos por la sociedad política, lo que erigieron como condición de libertad, a lo que se añade no ser mujer ni esclavo. Menudas demandas o requisitos, pero eran indispensables porque las diluciones del rumbo y destino de la polis, herencia teórica de propuestas sobre lo que debería ser el Estado. El inconveniente radica en que los esclavos, mayoría, por clara evidencia de lucidez, no tenían voz ni voto, por lo cual dejaban de a sus amos la responsabilidad de representar a la polis.

Estoy de acuerdo cuando se observa claramente que sin condiciones para pensar en cuestiones trascendentes, resulta inconveniente plantear la posibilidad de que los esclavos sean los que sustenten deberes cívicos. Ni esto implica que su condición de libertad se sujete a las disposiciones del amo. Larga discusión resulta del tema de la libertad, las condiciones sociales limitantes y por eso hasta aquí lo dejamos.

Pensar en los romanos es hablar, básicamente, de los griegos. Por tanto saltamos en la historia para comparar nuestra posición cívica con los ejemplares franceses quienes sin contar con condiciones de poder ni riquezas o posición social despertaron su conciencia hacia la libertad, lucharon por ella en lo que denominamos Revolución Francesa en donde la participación de los ciudadanos se amplió hasta los que menos. La búsqueda de la libertad sin duda no soslaya esta etapa histórica de la humanidad pues es parte aguas para anotar el bosquejo de nuestra realidad. De ahí surgen ideales como la representación por el pueblo mismo, la actividad de aquellos que no cuentan con los requisitos que para los griegos clásicos era indispensable. Es decir, hablamos de personas con poco acceso a la cultura, la educación y la información, gente como nosotros.

Si bien la situación y condición de los mexicanos y la humanidad en general no es de ignorancia total, de dependencia plena, esto es que contamos con  un mínimo marco de referencia o instrucción que nos acerca al conocimiento del deber cívico y ciudadano en la decisión de elegir a un representante que proponga y disponga el rumbo de un nosotros en los que se incluye una diversidad cultural asombrosamente amplia.

De ahí que resulte difícil encontrar, por otro lado, un candidato idóneo para la tarea. Sin embargo, contamos con el derecho de poder medir un posible rumbo con la elección por venir del próximo primero de julio. Ahí entra en juego la información y el trabajo de análisis en medida de las posibilidades de cada quien. Algo así como lo que propusieron y activaron los jóvenes del movimiento estudiantil y ciudadano denominado #somos más de 131 o mejor conocido como #Yosoy132. Movimiento que cumplió una meta clara, sólida y viable:  acercar las propuestas de los candidatos para apreciar matices, vacíos, posibilidades a través de un debate sencillo y certero de mucho menor costo que lo que nos hace desembolsar el IFE.
Ejemplo y acción que motiva la participación ciudadana, que mueve a otra realidad en la que es posible romper con la desesperanza generada por un partido viciado por los años una inmovilidad pues se mantuvo en el poder por más de sesenta y ocho años. Justo por esta demostración de participación ciudadana gestada al seno denlas universidades, de los universitarios, los ciudadanos no debemos quedarnos al margen. Es momento de activar el derecho herencia de años, siglos, de actuaciones humanas en búsqueda de una auténtica libertad.

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