La detención de Jesús Alfredo Guzmán Salazar, cuyo mote o apodo se reduce a “El Gordo”, demuestra lo que se puede hacer cuando los dos países trabajan conjuntamente para vencer a un mito, a Joaquín Guzmán Loaera alias «El Chapo». Este muchacho es el responsable, presuntamente, de varios de los negocios de su padre, en caso que lo sea. Fue detenido en posesión de dos armas cortas, dos armas largas, y mucho dinero: 135 mil dólares y 295 mil pesos.
Es un muchacho relativamente joven al cual la CIEDO le fincó, tanto a él como a su como a su compañero Kevin, tres delitos graves: delitos contra la salud, delincuencia organizada y operaciones con recursos de procedencia ilícita.
El apoyo de agencias estadounidenses, al parecer fue fundamental. Gracias a su eficacia se pudo localizar el domicilio, en el municipio de Zapopan, y diseñar la estrategia junto con la Secretaría de Marina. La DEA ha establecido la importancia que tiene este delincuente en la articulación del cártel de Sinaloa. Del padre, el cual se fugó hace más de 10 años de una cárcel mexicana, se sabe que ha expandido sus negocios a otros países en el continente, en Estados Unidos y en Europa.
¿Podrá el gobierno de Calderón Hinojosa detener a El Chapo antes de que termine su encargo? Lo dudamos mucho. Es posible que el arresto del hijo y la persecución que se tiene hacia la esposa del narcotraficante, provoquen una apuesta hacia atrás en las actividades de este criminal. Además es abiertamente sospechosos que casi al final del sexenio, y con ayuda norteamericana, se le haya podido asestar un golpe a esta organización. La detención no es un indicativo de la eficacia de Calderón Hinojosa en contra del narcotráfico. Más bien es todo lo contrario.