La Secretaría de Finanzas entregó al Congreso del Estado documentos en donde sostiene que la deuda heredada es de 35 mil millones de pesos. ¿Qué harán los diputados con esta información? Lo conducente es que se analice en comisiones y se turne a la Auditoría Superior de Michoacán. Los dimes y diretes, los vaivenes, no contribuyen a tener una idea, un acercamiento exacto respecto a este problema.
Se podrá decir misa pero hemos observado a un entrante gobierno obsesionado en desprestigiar a la administración que le antecedió. El agregar más del doble vía el déficit fiscal y hacer lo pasar como deuda, el saltarse a la torera la Constitución y las leyes vigentes para contratar a un despacho auditor externo, el perseguir a quienes colaboraron en la administración de Leonel Godoy Rangel, no es más que un signo de intolerancia inadmisible.
Y si a eso le añadimos declaraciones temerarias del gobernador, como esa de la Isla de la Palma en donde vulnera el prestigio del exmandatario Godoy Rangel, el asunto es por demás preocupante. ¿Qué es lo que sucederá en los próximos 3 años y tres meses?, ¿Se gobernará con un criterio incluyente, democrático, progresista o se buscará la manera de acabar con el Cardenismo en Michoacán?
Ya hemos observado dos gobiernos que han pretendido ejercitar la persecución política contra todo lo que signifique Cardenismo. El primero fue Agustín Arriaga Rivera, el segundo Luis Martínez Villicaña. Cuando la izquierda gobernó Michoacán sus miras fueron sacar al Estado de la pobreza y gran parte del gasto, e incluso de la deuda, se usó para política social, para educación, para crear oportunidades de desarrollo y de mejoramiento comunal. No hubo persecución ni tal ánimo. Se dedicaron a gobernar e hicieron lo mejor posible. No se puede decir lo mismo del actual gobierno.