El gobierno norteamericano anunció que está a la espera de reunir más información para poder no sólo emitir una opinión sino una postura en relación a lo sucedido este fin de semana en Michoacán y Guanajuato, cuando bodegas y vehículos automotores de la empresa transnacional Sabritas fueron objeto de atentados que implicaron eventos incendiarios.
El departamento de Estado ha enviado personal al lugar de los hechos, a fin de estudiar el caso, y ha sostenido conversaciones con representantes de la empresa multinacional Pepsico, propietaria de Sabritas. Se supone que hoy miércoles habrá de darse a conocer una declaración conjunta sobre los sucedido en Lázaro Cárdenas, Apatzingán, Uruapan, Salvatierra y Celaya. El hecho de que una empresa norteamericana haya sido objeto de un atentado de esta naturaleza, mete al país en un brete y pone a los gobiernos federal y estatal en una posición por demás incómoda.
Las personas detenidas por policías de Guanajuato afirman pertenecer al cártel de los Caballeros Templarios. Las autoridades de seguridad y procuración de justicia, para no variar, desconocen el cómo y el cuánto de estos atentados en tierras michoacanas.
Hay versiones extraoficiales que explican los atentados por la negativa de la empresa a pagar un chantaje mensual tasado en 50 mil pesos.
Sea como sea el hecho es que, como ha sucedido en los últimos meses, Michoacán se encuentra una vez más dentro de una imagen de desprestigio en materia de seguridad. Lo que se había construido en materia de promoción de inversiones, en unos cuantos meses parece disiparse. Y es que no estamos hablando de un empresario menor, mexicano y desconfiado de sus autoridades. Hablamos ni más ni menos de una de las principales compañías embotelladora y fabricante si usted quiere de comida chatarra, pero económicamente importante. Habrá que estar atentos del desenlace de este expediente.