La Organización Internacional del Trabajo, OIT por sus siglas en inglés, afirma en un reciente informe que el desempleo juvenil es un asunto de la mayor importancia. De hecho la tendencia global ha permanecido estancada desde el 2009, asignándose un porcentaje cercano al 13 por ciento con sus variables por región económica.
En América Latina y el Caribe las cifra cerró en el 2011 en 15 por ciento de desempleo juvenil, de 15 a 24 años. Y es en esta región en donde el componente conocido como “ninis”, es decir jóvenes que ni estudian ni trabajan, se ha vuelto un factor preocupante que requiere de una inmediata atención. Con razón preocupa a este organismo las cifras mundiales que van a la alza en lugar de disminuir.
La OIT señala con claridad que el empleo juvenil debe ser una prioridad para las economías antes de que el problema se vuelva inmanejable. Propone que los estados activen incentivos fiscales a las empresas que proporcionen empleo a los jóvenes o que se programen políticas como las de primer empleo que funcionaron y funcionan en algunos países europeos.
Aunque la OIT no lo dice, diversos estudios han identificado a México como la nación del continente con más desempleo en el sector juvenil. Jóvenes egresados de licenciaturas que no encuentran empleo, o que si lo encuentran nada tiene que ver con sus expectativas y a veces con la carrera que estudiaron. Si eso sucede con los jóvenes con educación, imagine usted el panorama con los que no han podido acceder a una educación formal. De ahí tal vez la explicación de que sean los jóvenes quienes estén promoviendo el no regreso del PRI a la presidencia pues sería tanto como motivar un estado de cosas que, entre otros desastres, ha llevado a los jóvenes a vivir a un país sin horizonte y sin esperanza.