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Los afanes del Rector

Por Víctor Ardura.-

No tengo mucho tiempo de conocer a Salvador Jara Guerrero antes de hablar en persona leí un libro de él muy interesante en donde trata de conciliar la ciencia y la filosofía. Después alguien me prestó un cuento futurista, bien escrito, y digamos que hasta ingenioso. Cuando lo entrevisté en un programa de televisión el cual yo conducía, me pareció un tipo preparado y con un conocimiento amplio sobre los problemas de la Universidad.

Ser Rector de la máxima Casa de Estudios no es un reto fácil. Desde la época de Cuauhtémoc Cárdenas, cuando se intentó democratizar la elección del rector, los muchos intereses, las islas de poder, la burocracia entendida como coto de grupo, complicaron el asunto. Conocí a un académico que hizo en su momento una espléndida radiografía de lo que sucedía al interior de la Universidad, Mario Teodoro Ramírez Cobian. Antes me hice amigo de un aspirante a rector, José Napoleón Guzmán Ávila, investigador de la UNAM y doctor en historial, a quien le cerraron el paso esos grupos de los que he hablado anteriormente.

La Universidad es un todo complejo. En la década 60 del siglo pasado, un rector de izquierda, un científico social, en fin un hombre de sólido prestigio, fundó lo que ahora conocemos como las Casas del Estudiante. Su visión de izquierda provocó que la reacción se movilizara, y el Rector fue despojado de su autoridad. Hoy uno de los porros que casi lo saca de sus despacho cobra como Secretario de Cultura, Marco Antonio Aguilar Cortés. Aunque la mona se vista de seda…

Ser estudiante y no ser respondón, revolucionario dirían algunos es como caer en el error. Por supuesto que los métodos de lucha de los universitarios, de los estudiantes, se han radicalizado de tal forma que no son muy populares a nivel de opinión pública. Luego agréguele usted la ausencia de rendición de cuentas en las Casas del Estudiante, albergues que tienen un destino generoso como es el ofrecer casa y sustento a estudiantes pobres, ponen en el ojo del huracán a las organizaciones estudiantiles.

Rectores van y vienen y no han podido, o más bien no han querido, junto con el Consejo Universitario y demás órganos de dirección, sentarse a negociar una salida decorosa a todos estos problemas. Mientras entrevistaba a Jara Guerrero en aquella ocasión, me preguntaba internamente cómo reaccionaría ante movilizaciones de esta naturaleza. Pasaron unos meses para que conociera su errática respuesta, esa que hoy lo coloca en un callejón sin salida y de confrontación con los universitarios.

El primer error de Jara Guerrero, fue salir junto con el Secretario de Gobierno, Jesús Reyna García, el sábado 28 de abril horas después de la brutal represión en contra de los estudiantes. A nivel de opinión pública se dio la idea de que el hombre estaba de acuerdo con lo sucedido. Y por si no bastara permitió que Reyna García opinara sobre un asunto que sólo compete a los universitarios: reestructurar las Casas del Estudiante.

Después permaneció al margen entre las negociaciones entre el Gobierno del Estado y la Coordinadora de Universitarios en Lucha, el convenio que sólo firmaron 4 de 13 Casas del Estudiante. Más tarde, en una reunión con el Consejo Universitario, con Directores de escuela, con otras autoridades universitarias, se le vino el alud encima y salió a ratificar su postura inicial: los problemas universitarios los resuelven los universitarios. En el ínterin pudo conjugar dos huelgas, la de profesores y la de los empleados.

Como es natural el convenio firmado con el Gobierno del Estado, por no contar con la representación necesaria de los estudiantes, provocó incumplimientos. La toma de instalaciones universitarias por mujeres estudiantes, de tres Casas de Estudiantes, provocó que el Rector les entregara una misiva en donde se acude a la amenaza de expulsión definitiva de la Universidad si no liberaban las instalaciones de inmediato. A las 8:00 de la noche de ayer, tan convincente argumento surtió efecto, pues la CUL anunció la liberación total de las instalaciones universitarias y hoy viernes los alumnos regulares podrán regresar a tomar clases.

Esta es la fotografía del conflicto. Un problema que escaló las páginas no sólo de los medios estatales, sino nacionales. Y esperemos, por el bien de los universitarios, que la cosa quede ahí. A nadie le conviene una casa de estudios por estudiantes inconformes, por rectores amenazantes y alumnos sin clase.

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