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Por Víctor Ardura.-
A golpe de agudas preguntas, lo que revela un buen cimentado oficio, la reportera y corresponsal del diario El Universal, Dalia Martínez, logra pintar de cuerpo entero lo que podría ser una preocupante política hacia las normales en Michoacán. El trabajo periodístico, la entrevista con la secretaria de Educación, María Teresa Herrera Guido, nos muestra a una funcionaria preocupada por faenas de limpieza más que por abrir canales de negociación con las muchachas y los muchachos que buscan legítimamente educarse y ser educadores ahí en donde más se necesita, las comunidades rurales.
El primer tropezón verbal de esta servidora pública es cuando afirma que habría que hacer una profunda labor de limpieza en casa. La analogía es a todas luces ofensiva. Nos está diciendo que lo que sucede en las normales está envuelto en olor de suciedad, que es tanto como decir malos manejos, arreglos debajo del agua y otras lindezas. Con esas metonimias, ofensivas por donde se vea, hay una descalificación y un soterrado ánimo de persecución.
Cito textualmente ”las escuelas normalistas se han desvinculado con sus entorno social y educativo para convertirse en lugares donde nadie tiene el control y es fácil la penetración de fuerzas políticas y de otros intereses (sic)”, dijo Herrera Guido a la reportera.
Este párrafo bien vale una misa: ¿puede demostrar esta aguda servidora pública que hay una desvinculación entre los estudiantes y su entorno, entre los educandos y su papel como tales? A mí me parece que es una afirmación aventurada por no decir peregrina. es muy posible que haya desniveles, retrasos, y hasta es posible que desfases pedagógicos en las normales, pero de ahí a sostener tan rotundo diagnóstico es una grosera exageración.
Los alumnos normalistas, con sus altas y sus bajas, tienen un contacto directo con sus comunidades. Conocen las necesidades, los usos y costumbres, las preocupaciones de quienes viven en las zonas en donde está asentada una escuela de este tipo. Son la mejor herencia que dejaron los gobiernos posrevolucionarios, con el General Cárdenas a la cabeza y Herrera Guido insensiblemente las descalifica.
“Para nadie es un secreto que en la SEE y en las escuelas normales hay desvíos de recursos” Sí, es uno de esos rumores o más bien hablillas que lo mismo se usan en charlas de café que en los corrillos académicos. Empero los datos duros brillan por su ausencia. Por ejemplo los cientos de comisionados que no asisten a salones, o aquellos que la picaresca popular ha llamado los aviadores o las canonjías que recibe el sindicato de la señora Elba Esther Gordillo. Es un expediente que debe ser sometido ciertamente a revisión, con criterios claros de rendición de cuentas, pero de ahí a sostener que en las normales todo está podrido y hay que hacer la limpieza de casa, revela claramente una actitud provocadora.
La secretaria de educación, al parecer, llegó sin aviso previo a la Normal de Tiripetío. Es un albergue que, como se sabe, da hospedaje a varones estudiantes. Tal actitud de sensor molestó al director y a los educandos. Resultado: la toma de autobuses del transporte público de pasajeros, la casi paralización del servicio por casi tres días. Aquí sí como se sabe en las negociaciones para destensar el conflicto la funcionaria fue prácticamente relegada.
Herrera Guido anuncia como parte de estas faenas de plumero y escoba foros de consulta para que se analice qué hacer con las normales ¿Bajo qué criterios? ¿A santos de qué si, insistimos, está muy claro el papel de estas escuelas? ¿O es que estos foros servirían de avanzada para la desaparición de las escuelas normales?
Creo que Herrera Guido se metió en camisa de once varas. No creo, por otra parte, que tal visión la sostenga el gobernador Fausto Vallejo Figueroa y es preocupante que un servidor público, sostenga tal equipaje de ideas, en un área tan sensible como la educación pública.
