Las luchas sindicales han caracterizado el tiempo y el signo de nuestros días. La organización, ese hacer colectivo que busca mejoras salariales y mejoras en las condiciones de vida de quienes prestan sus servicios a instituciones y empresas, son no solo necesarias sino legítimas. Con todo hay ocasiones en que el sindicalismo no solo no cumple estos objetivos, sino que, además, daña a una comunidad tan importante como la universidad.
La universidad es el punto de encuentro para el diálogo. Ninguna institución es más idónea para resolver las diferencias, el acuerdo, la conciliación, ese ceder en lo posible para avanzar en lo deseable. La toma de Rectoría ejecutada por el sindicato de empleados de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, no abona a este espíritu de conciliación que debería imperar entre universitarios.
Las movilizaciones, la paralización de la vida universitaria, son una decisión unilateral que deja indefensa a una comunidad que se forma y se educa. Las demandas de este sindicato, que pueden discutirse, no pueden tener como pivote argumentativo este tipo de acciones porque dejan en la indefensión al resto de la sociedad universitaria.
Esperamos por el bien de la Universidad, que como se dice popularmente la sangre no llegue al río y el sindicato de empleados entre en razón. Nos consta que hay voluntad de diálogo por parte del Rector Salvador Jara Guerrero y también es evidente que no son los mejores momentos presupuestales que excedan la capacidad de respuesta de nuestra máxima casa de estudios. Ponderación, reflexión, altura de miras es lo que se necesita en estos momentos.